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Esta contribución estudia las actas de las Primeras jornadas eugénicas españolas, que tuvieron lugar en la primavera de 1933, después de un primer intento abortado en 1928. El estudio de los dos volúmenes de estas actas evidencia el entramado ideológico y político, en los años veinte y treinta, del debate científico —médico y jurídico— sobre la sexualidad. En 1928, la dictadura de Primo de Rivera interrumpe por «regodeo pornográfico» la serie de conferencias previstas, cortando así de raíz el debate socio-político sobre un problema urgente de sociedad: la planificación de la natalidad. El segundo congreso, en los últimos meses del bienio reformador, revela las distancias abismales que separan hasta los aparentemente más próximos política e ideológicamente. Desgajado el sexo de las esferas privadas del confesional y de la alcoba, se plantea la cuestión de los límites éticos y jurídicos de la intervención del Estado, y no dejan de apuntar tesis de indudable tinte totalitario, al lado de otras humanistas y feministas, modernísimas todas. Diferencia sexual e identidad, maternidad y sexualidad, emancipación femenina y emancipación sexual son temas que, al remover la posibilidad de otro orden sexual, hacen vislumbrar a los congresistas los contornos de otro orden social inédito y angustioso, hasta para los más progresistas. This article studies the proceedings of the «Primeras jornadas eugénicas españolas», which took place in the spring of 1933 after an abortive first attempt in 1928. Study of the two volumes of proceedings provides evidence of the ideological and political framework of the medical and juridical debate about sexuality in the 1920s and 1930s. In 1928, the Primo de Rivera dictatorship intervened to prevent the «pornographic indulgence» represented by the series of planned conferences, cutting off at the root social and political debate on an urgent problem in Spanish society: birth control and family planning. The second congress, in the final months of the «bieno reformador» (1931-1933), reveals the abyss that separated even those groups who appeared politically and ideologically closest. Now that sexuality had been removed from the confession booth, the question of the ethical and juridical limits of state intervention could be raised, and there was little hesitation in expressing viewpoints with an unmistakably totalitarian colour, alongside humanist and feminist perspectives, all of them extremely modern. Sexual difference and identity, maternity and sexuality, and female and sexual emancipation, were themes that, by raising the possibility of another sexual order, allowed the participants in the congress to glimpse the contours of a world that was unprecedented and shocking, even for the most progressive. |