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La Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación aprobada en 2005 y puesta en vigencia en 2006, constituyó un instrumento legal idóneo para normar las
Políticas Públicas definidas por el Gobierno de Venezuela, para consolidar su Sistema Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación, orientado a impulsar el
desarrollo social y económico de Venezuela de acuerdo a su Constitución Nacional y el Proyecto Nacional Simón Bolívar. Aun con deficiencias, que podían
haber sido objeto de una adecuada y prevista fiscalización y evaluación para incorporar mejoras a la Ley, la ejecución de las obligaciones de la LOCTI
entre los años 2007 y 2010 dieron cuenta de un necesario proceso de aprendizaje de diversos actores de la vida nacional - particularmente de las
universidades y de las empresas- para interactuar y obtener el máximo valor de los conocimientos acumulados desde la segunda década del siglo pasado.
Sin embargo, la curva de aprendizaje que debía conducir al alcance de uno de los objetivos primordiales de la Nación – promover una cultura para el
desarrollo científico, tecnológico y la innovación- fue abruptamente interrumpida por la reforma a la Ley en 2010, cuyas disposiciones promueven la ruptura
en la relación libre y directa entre Universidad y Empresa, relación que es primordial en los Sistema Nacionales de Innovación a nivel internacional,
siendo pilar fundamental del desarrollo científico y tecnológico de los países de mayor crecimiento económico sostenido. 14-33 beacisneros2000@gmail.com semestral The Organic Law for Science, Technology and Innovation (LOCTI as per its Spanish denomination, Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación), approved
in 2005 and implemented in 2006, was the ideal legal instrument to determine the norms for the Government’s public policies aimed at consolidating
the National System for Science, Technology and Innovation; a project intended to promote Venezuela’s social and economic development according to the
National Constitution and the Simon Bolivar National Project. Despite its shortcomings, which could have been improved through adequate and planned audit
and evaluation processes, the execution of the Law’s mandates between the years 2007 and 2010 made evident the need for various actors at the national
level – particularly universities and companies – to engage with one another, thus allowing them to obtain the maximum benefits of their joint body of
knowledge gathered since the second decade of the past century. However, the learning curve that should have led to the accomplishment of one of the
Nation’s prime objectives – to promote a culture for scientific and technological development and innovation – came to an abrupt end with the reform of the
Law in 2010. The stipulations expressed in it endorsed the end of independent, direct relations between universities and corporations, a relationship that
is primordial to National Systems for innovation at an international level. In fact, it has been a fundamental pillar of the scientific and technological
development of nations that have experienced substantial and sustained economic growth. |