Título: Relatos de el viejo Antonio. Una invitación para occidente. (Análisis desde la visión intelectual de San Cristóbal de las Casas, Chiapas)
Autores: Valdespino Vargas, Carla
Fecha: 2005-10-07
Publicador: CIRIA
Fuente:
Tipo: Electronic Thesis or Dissertation
Tesis
Tema: Estudios Antropológicos de México
Descripción: PROEMIO ACERCA DEL VIEJO ANTONIO A lo largo de este trabajo, estaremos hablando del Viejo Antonio, esto nos obliga a abrir un espacio para acercarnos a él. Aquí intentaremos explicar, a grandes rasgos, quién es y cuál es su función dentro del movimiento. Jan de Vos, en su libro Una tierra para sembrar sueños (2002), muestra los resultados de la investigación que realizó sobre la persona del Viejo Antonio, de la cual leeremos un Resumen El personaje que Marcos introduce en sus escritos no es un invento literario, sino un hombre de carne y hueso, que en su paso de la vida real a la ficción sufrió una serie de modificaciones. Marcos y el Viejo Antonio fueron amigos desde 1985. El lugar de su primer encuentro no fue una vereda de La Lacandona (como lo indica en el relato "La historia de las preguntas"), sino en una casa de un poblado ch`ol. Existe la posibilidad de que el Viejo Antonio en realidad se llamara José Antonio y fuera padre, no sólo de Antonio hijo sino también de la mayor Ana María. El Viejo Antonio pasó su niñez como hijo de peones acasillados de la finca de Xoc, pero le tocó hacerse de un pedazo de tierra en tiempo del reparto agrario cardenista. Participó, junto con sus hijos y demás parientes, en la movilización campesina que politizó hondamente el norte de Chiapas durante la década de los años sesenta y setenta. Participó también en el proceso de colonización que llevó a la gente de su ejido a fundar, cerca de la Laguna Miramar, los ejidos de Emiliano Zapata y Tierra y Libertad (De Vos 2002:366- 369). Jan de Vos nos ayuda a tener una imagen más clara del Viejo Antonio. No obstante es necesario mirar otras perspectivas sobre el tema, principalmente lo dicho por el Subcomandante Marcos. También es importante revisar esos momentos de politización y colonización, de los cuales habla Jan de Vos y que están relacionados con el Viejo Antonio, pues los vivió directamente. Para el Subcomandante Marcos el Viejo Antonio es el puente entre las comunidades y la guerrilla, pero ¿cómo funciona este lazo? Para dar respuesta, a esta pregunta, es necesario comentar la colonización de Las Cañadas, suceso que se engrana con la politización y lucha indígena; ambos acontecimientos son de suma importancia para el devenir del EZLN. Héctor, periodista entrevistado en San Cristóbal de las Casas, explicó: "A través del Viejo Antonio habla la comunidad, él es el depositario de la memoria de la comunidad, hay que tener en cuenta que las poblaciones donde surge el EZLN no son `originales´, son nuevos asentamientos, son los que colonizan Las Cañadas. El Viejo Antonio vive en estas nuevas comunidades, las cuales no tienen un vínculo con la tierra primera, donde se han liberado del patrón, del acasillamiento, tienen una nueva organización. Por eso el Viejo Antonio es quien recuerda, es la memoria. Quizá por eso Bartra, en el prólogo al libro, diga que el Viejo Antonio es el fundador simbólico del EZLN" (5 de noviembre de 2004). Las Cañadas es una región de la Selva Lacandona constituida por los municipios de Ocosingo, Altamirano, Las Margaritas y La Trinitaria. Se pobló a partir de los años treinta del siglo pasado por indígenas que buscaban liberarse de las fincas y ranchos ganaderos donde eran tratados como esclavos. Es una de las cunas del EZLN y donde tiene gran influencia el zapatismo (Vázquez 2001:386). El tema de los nuevos asentamientos en Las Cañadas no sólo se maneja en libros especializados, la literatura también lo aborda. Si abrimos Hacia el confín, novela de la selva de Jesús Morales Bermúdez (2003:3) hallamos un texto donde la colonización de la selva "se propone como la epopeya sin mayores heroísmos que los cotidianos". Entre páginas y palabras nos tropezamos continuamente con reflexiones sobre el peregrinar: "¿Acaso por siempre tendremos que vagar? ¿Por qué habremos sido sacados de nuestros hogares si todo en la vida no nos es sino morir en las serranías, en las selvas, en los ríos? Y en cuanto a mí, pues no tengo ni tortilla, ni pozol, estoy cansado de esta vida miserable, ¿adónde, hermanos, adónde me pensáis expulsar? Vaya yo pues, en pos de mi destino" (Morales 2003:110). Poseer un pedazo de tierra tiene una gran relevancia dentro de la novela, de esta guisa leemos: "¡La tierra! No desde muy temprana edad comencé a preguntarme por la tierra. . . Ahora es diferente con mis hijos, pero yo de chamaco viví de otra manera, y es natural, porque ellos tienen la tierra y en mí todo el tiempo fue bruma entre las manos. Para mi abuelo la tierra fue principio, para mi padre muerte, para mí gusto. . . para mis hijos, creo, vuelta al centro, al corazón, al conocimiento de la tierra" (Morales 2003:143). Varios fueron los factores que desataron este andar hacia la selva: la explosión demográfica, el aumento de la cría de ganado, la prohibición de talar árboles, el deterioro ecológico, el flujo de mano de obra guatemalteca barata, el alto a la distribución agraria en 1958, la construcción de hidroeléctricas y, después de 1989, la caída de los precios del café y la carne, tornaron más precaria la subsistencia del estado. . . De esta forma, la población excedente se asienta en las barriadas, en la periferia de las ciudades de la región, en las zonas de colonización, en la Selva Lacandona y Las Cañadas. La implantación de colonos provenientes de tierras altas cobró importancia en los años cincuenta, y se volvió masiva en las décadas siguientes (Hernández 2001:102; Le Bot 1997:33-34; Montemayor 1998:97). La Selva Lacandona, colonizada desde los años cincuenta, en los setenta se convirtió en zona de recepción de campesinos sin tierra (Hernández 2001:103-104). Decretos gubernamentales influyeron directamente en la Colonización de las Cañadas. Durante el gobierno de Díaz Ordaz (1964-1970) fueron trasladados a Chiapas campesinos de Guerrero, Morelos, Michoacán, Veracruz, Chihuahua, que exigían al gobierno la entrega de tierras en poder de terratenientes. Este territorio se convirtió en la válvula de escape para dar solución a estos conflictos. Indígenas y campesinos chiapanecos se integraron a este movimiento migratorio. En 1972, Echeverría decreta que 614 mil 321 hectáreas de selva pertenecen a los lacandones; este hecho provoca la expulsión de cientos de familias, no lacandonas, que serían más tarde la base fundamental del EZLN. La consecuencia de dicho movimiento es la creación de nuevos asentamientos, justo en Las Cañadas. Para 1979, López Portillo decretó la Reserva Integral de la Biosfera de los Montes Azules, lo que provocó una nueva reubicación de las poblaciones. (González y Pólito 1994; Montemayor 1998:98). El Viejo Antonio forma parte de esta migración hacia Las Cañadas, es parte de estos nuevos asentamientos humanos que van concibiendo nuevas formas de organización. Estas nuevas comunidades crearon expresiones culturales e identidades nuevas. También inventaron una nueva indianidad genérica, abierta, modernizada. Las expulsiones, la desocupación de la mano de obra excedente, la experiencia de la inutilidad económica, social e incluso política se transformaron en experiencias de libertad (Le Bot 1997:38). Se emanciparon de los antiguos lazos de dependencia interna: el sistema de cargos, los principales, los chamanes, las celebraciones comunitarias; y de los externos: las fincas, los contratistas de mano de obra, los comerciantes y transportistas, los caciques y el sistema político. Tales comunidades constituían un ejemplo de desarrollo endógeno, acompañado indudablemente por algunos agentes externos (personal eclesiástico, miembros de organizaciones no gubernamentales), pero carente de atención y ayuda por parte del Estado y basado, en lo esencial, en su dinámica interna (Le Bot 1997:39). En las nuevas comunidades no podemos hablar de una desaparición de la dimensión étnica; más bien, ésta se ha transformado profundamente. Asistimos a la producción de una etnicidad que incorpora elementos tradicionales (idioma, por ejemplo), pero que se nutre de mezclas, intercambios, matrimonios intercomunitarios e interétnicos, y busca relaciones más igualitarias con la sociedad en su conjunto. Al romper con una comunidad cerrada e hiperjerarquizada, el indígena descubre una comunidad étnica ampliada (Le Bot 1997:45-46). A este intercambio cultural, que se manifiesta en préstamos lingüísticos y en el fortalecimiento de idiomas indígenas casi desaparecidos como el chuj y kanjobal, se unió el intercambio de experiencias organizativas entre indígenas y mestizos de distintas partes del estado y del país, lo que permitió que múltiples visiones del mundo, ideologías políticas y religiosas, confluyeran para dar forma a un movimiento político-militar. En la selva de Las Margaritas, ejidatarios mexicanos y refugiados guatemaltecos compartieron el espacio de la asamblea ejidal para discutir sus problemas y analizar la situación política (Hernández 2001:262-263). El Viejo Antonio es partícipe de dichos movimientos organizativos y políticos, como lo explica Jan de Vos en Una tierra para sembrar sueños (2002). Entendamos el proceso de lucha y organización de los campesinos e indígenas chiapanecos, proceso del que hemos hablado en párrafos anteriores y del cual el Viejo Antonio fue partícipe. En 1974 se lleva a cabo el Congreso Indígena, el cual cohesiona el descontento de los indígenas; a la par se dan levantamientos como el de San Andrés Larráinzar y la lucha de los campesinos mestizos de la Frailesca que en 1976 fundan la Alianza Campesina "10 de abril". En 1978 llegan a Chiapas las primeras organizaciones políticas de izquierda como Línea Proletaria (González y Pólito 1994); así van surgiendo varias agrupaciones, como la Organización Campesina Emiliano Zapata (OCEZ) y la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC), siendo las importantes Quiptic (Formada en 1975. Primera organización de la Selva, cuyo nombre completo es Unión de Ejidos Quiptic Ta Lecubtesel, que en tzeltal quiere decir "Unidos por Nuestra Fuerza". Sus principales objetivos serían la regularización de la tenencia de la tierra y el acceso a servicios básicos [Sánchez 2003]), Unión de Uniones, ARIC, ANCIEZ, ya que han articulado el movimiento campesino más complejo, amplio y de mayor resonancia que se conozca durante este periodo en Chiapas y uno de los más significativos en el ámbito nacional (Le Bot 1997:51-52). Es posible decir que estas organizaciones encuentran mayor eco en Las Cañadas, puesto que es una zona de grandes conflictos agrarios. A finales de los años setenta, se produjo un enfrentamiento por el control de la Quiptic entre los líderes indígenas ligados a la diócesis y un grupo maoísta afiliado a la organización Política Popular, Línea Proletaria. La creación de una Unión de Crédito (asociación cuyo objetivo era financiar el desarrollo de las comunidades) dio lugar a divisiones y conflictos que conducirían a la expulsión de los principales dirigentes de la Línea Proletaria. Varios integrantes de ese grupo serían, algunos años más tarde, puntos importantes del programa Solidaridad, una de las piezas clave de la política de Carlos Salinas (Le Bot 1997:52). La crisis de la Unión de Uniones, que culminó en 1982-1983, significó un retroceso para el movimiento indígena. Meses después de la salida de los líderes maoístas, el EZLN, surgido de las Fuerzas de Liberación Nacional, (FLN) y de la adopción/adaptación al interior de las comunidades indígenas, establece su primera célula en la Selva Lacandona, es un grupo de influencia castro-guevarista, aunque reivindicando una historia insurreccional propiamente mexicana, comenzaba en el más puro estilo foquista (Le Bot 1997:52-53). El zapatismo germinó y se desarrolló en el seno de sectores de la población indígena que se había enfrentado a la tradición y los tradicionalistas y que, por esa razón, tuvieron que romper con sus comunidades o incluso abandonarlas. En su separación, su expulsión, se confunden motivos religiosos, económicos y políticos (Le Bot 1997:38). Muchos de los combatientes zapatistas son colonizadores de la selva (Hernández 2001:262). Es justamente en el resquebrajamiento de las comunidades, en la fractura de la sociedad indígena, donde se gesta y madura la insurrección. El zapatismo ha prosperado en el espacio que separa a las comunidades tradicionales y a las fincas de los sectores aculturados que se han asimilado a la sociedad global. Y han encontrado acogida particularmente entre las nuevas generaciones, que no conocieron el orden antiguo y ven cerrarse las puertas de su futuro. El movimiento no ha sido obra de las capas más pobres y más tradicionales, sino de las franjas que logran escapar de la pobreza y de las comunidades en proceso de descomposición, de aquellos que se salieron y ven amenazadas o reducidas a nada las mejoras obtenidas mediante esfuerzos enormes. Es el fruto de la modernización y su crisis. Al romper las ataduras de la antigua comunidad o de la finca, estos sectores se abrieron a la sociedad, lo que significó una emancipación; pero también una situación menos protegida respecto al exterior, por el hecho de romper los mecanismos clientelistas (Le Bot 1997:55-56). Los indígenas, a lo largo de los años, han sido desplazados de sus tierras; han fundado pueblos nuevos, lo que implica nuevas organizaciones; han luchado por sus tierras, se han politizado. El Viejo Antonio ha sido testigo y partícipe directo de estos acontecimientos. El Subcomandante Marcos hace un resumen puntual de cómo se encontraron estos grupos indígenas politizados con el FLN (Fuerzas de Liberación Nacional): Lo que es el zapatismo en 1994 tiene detrás tres grandes componentes principales: un grupo político-militar, un grupo de indígenas politizados, y el movimiento indígena de la selva. . . En sus inicios es una guerrilla que con su accionar, pretendía crear conciencia y jalar a otros grupos a que optaran por la lucha armada, hasta culminar con una guerra popular. En sus inicios, esa organización clandestina está muy próxima a lo urbano. La idea es que, en este caso, el pueblo iba a necesitar de un grupo armado para defenderse, para pelear, para resistir la acción del ejército federal (Le Bot 1997:109-110). Por otro lado está, en la etapa que a mí me toca, un movimiento indígena con dos grandes rasgos: un grupo muy aislado que es el indígena de la Selva, y otro movimiento que podríamos llamar de élite, indígenas politizados, con gran capacidad organizativa, con una experiencia de lucha política muy rica. Se dan cuenta de que para sus problemas de tierra, de condiciones de vida y de derechos políticos no hay más salida que la violencia. Son una especie de élite que no responde a la lógica del indígena aislado, marginado culturalmente, inhibido; es gente con una cultura política y una conciencia nacional sorprendente. Entonces por alguna razón, esa organización, ese grupo militar entra en contacto con esa élite indígena, esa política, y coinciden en que es necesaria la lucha armada y que es necesario preparar un ejército, y se plantea la idea de un ejército y no de un grupo guerrillero, de hacer un ejército regular. Entonces es cuando ese grupo decide instalarse en la Selva Lacandona y funda el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en noviembre de 1983. Cuando nace el EZLN, ese otro grupo sigue viendo al indígena como parte del pueblo pero sin ninguna especificidad (Le Bot 1997:117-118). Entonces esos dos grupos, la organización político-militar y la élite política indígena, están un poco separados. El grupo que ahora llamaré el grupo intermedio, que será como el intermediario entre el Ejército Zapatista y las comunidades, este grupo indígena politizado, empieza a hablar con algunos jefes de comunidades indígenas que conocen acerca de la lucha armada. Es un interés muy práctico, muy inmediato, de sobrevivencia, el que permite ese primer contacto entre las comunidades indígenas y el grupo político-militar, de cuyo choque va a surgir el zapatismo de enero 1994 (Le Bot 1997:127). A la hora en que se da el contacto con las comunidades, el elemento indígena es ya mayoritario en la organización político-militar, aunque no se refleje en la estructura de mando. Pero en su vida interna sí, porque ya hubo el primer choque cultural: aprender el idioma, el manejo del lenguaje, de los símbolos, lo que representan unas cosas y otras. Para nosotros era gente explotada a la que había que organizar y mostrarle el camino. Eran ciegos a los que había que abrirles los ojos, esto no cambia hasta que aparece ese traductor, el Viejo Antonio. Surge alguien que parece un personaje literario, pero que fue real, existió. Ese viejo se convierte en el enlace con las comunidades, con su mundo y con la parte más indígena. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional a través de él empieza a entender su historia de fundación política, su conciencia, su conciencia histórica. Y el resultado es que no estábamos hablando con un movimiento indígena que estaba esperando un salvador, sino un movimiento indígena de mucha tradición de lucha, con mucha experiencia, muy resistente, muy inteligente, al que simplemente le servíamos de algo así como brazo armado. Descubrimos el mundo indígena, nos encontramos con un mundo nuevo al cual no teníamos respuesta. Ésta es la primera derrota del EZLN, la más importante y la que marcará de ahí en adelante. Cuando el EZLN se enfrenta a algo nuevo y reconoce que tiene que esperar, aprender, deja de ser maestro. Y ahí es donde el Viejo Antonio, los jefes de las comunidades y los guerrilleros indígenas se convierten en maestros de esa organización político-militar (Le Bot 1997:128-131). El Viejo Antonio es el puente que permite a los guerrilleros de montaña llegar a las comunidades; su aporte fundamental es hacer entender a los zapatistas la especificidad de la cuestión indígena en las montañas. Finalmente ésa es la herramienta de la que Marcos se apropia para comunicar al mundo indígena con el mundo urbano. Es el viejo Antonio el que da los elementos indígenas que tiene el lenguaje zapatista cuando se dirige hacia fuera. Soy un plagiario. . . (Le Bot 1997:136-137). ¿Quién es el Viejo Antonio? Es la pregunta que ha guiado este proemio y para dar respuesta a ello hemos dado un pequeño vistazo a la historia de Chiapas y por consiguiente a la historia del movimiento. El Viejo Antonio es, por decirlo de cierta forma, la sinécdoque de esos sucesos. Es el hombre sin tierra, el hombre de carne y hueso que vivió la colonización de Las Cañadas, cuya consecuencia inmediata, la migración, es la conformación de nuevas estructuras sociales y culturales, que en definitiva rompen con las organizaciones tradicionales. Como hemos visto a lo largo de estas páginas, estas nuevas comunidades se politizan rápidamente; el Viejo Antonio es partícipe de esta lucha, principalmente por la tierra. El Viejo Antonio es puente entre la guerrilla y el mundo indígena, es ahí donde radica su importancia, como bien lo explica el Subcomandante Marcos durante la entrevista con Yvon Le Bot (1997). El Subcomandante Marcos se apropia del Viejo Antonio, lo moldea hasta transformarlo en un personaje literario, para ser nuevamente un puente que una al mundo indígena zapatista con el mundo occidental, con la sociedad. En las páginas siguientes nos encontraremos con el Viejo Antonio, con ese mecanismo literario construido por el Subcomandante Marcos, pero que definitivamente encierra a un hombre cuya historia incluye a Chiapas y al EZLN. Escuchar al Viejo Antonio es escuchar el mundo indígena, pero sobre todo aprehenderlo. El Subcomandante Marcos no duda en hacerlo, como tampoco duda en compartir con la sociedad: mirar el mundo desde otros ojos.
Idioma: Español