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PROEMIO
ACERCA DEL VIEJO ANTONIO
A lo largo de este trabajo, estaremos hablando del Viejo Antonio, esto nos
obliga a abrir un espacio para acercarnos a él. Aquí intentaremos
explicar, a grandes rasgos, quién es y cuál es su función
dentro del movimiento.
Jan de Vos, en su libro Una tierra para sembrar sueños (2002), muestra
los resultados de la investigación que realizó sobre la persona
del Viejo Antonio, de la cual leeremos un
Resumen
El personaje que Marcos introduce en sus escritos no es un invento literario,
sino un hombre de carne y hueso, que en su paso de la vida real a la
ficción sufrió una serie de modificaciones. Marcos y el Viejo
Antonio fueron amigos desde 1985. El lugar de su primer encuentro no fue
una vereda de La Lacandona (como lo indica en el relato "La historia de las
preguntas"), sino en una casa de un poblado ch`ol. Existe la posibilidad
de que el Viejo Antonio en realidad se llamara José Antonio y fuera
padre, no sólo de Antonio hijo sino también de la mayor Ana
María.
El Viejo Antonio pasó su niñez como hijo de peones acasillados
de la finca de Xoc, pero le tocó hacerse de un pedazo de tierra en
tiempo del reparto agrario cardenista. Participó, junto con sus hijos
y demás parientes, en la movilización campesina que politizó
hondamente el norte de Chiapas durante la década de los años
sesenta y setenta. Participó también en el proceso de
colonización que llevó a la gente de su ejido a fundar, cerca
de la Laguna Miramar, los ejidos de Emiliano Zapata y Tierra y Libertad (De
Vos 2002:366- 369).
Jan de Vos nos ayuda a tener una imagen más clara del Viejo Antonio.
No obstante es necesario mirar otras perspectivas sobre el tema, principalmente
lo dicho por el Subcomandante Marcos. También es importante revisar
esos momentos de politización y colonización, de los cuales
habla Jan de Vos y que están relacionados con el Viejo Antonio, pues
los vivió directamente.
Para el Subcomandante Marcos el Viejo Antonio es el puente entre las comunidades
y la guerrilla, pero ¿cómo funciona este lazo? Para dar respuesta,
a esta pregunta, es necesario comentar la colonización de Las
Cañadas, suceso que se engrana con la politización y lucha
indígena; ambos acontecimientos son de suma importancia para el devenir
del EZLN.
Héctor, periodista entrevistado en San Cristóbal de las Casas,
explicó: "A través del Viejo Antonio habla la comunidad, él
es el depositario de la memoria de la comunidad, hay que tener en cuenta
que las poblaciones donde surge el EZLN no son `originales´, son nuevos
asentamientos, son los que colonizan Las Cañadas. El Viejo Antonio
vive en estas nuevas comunidades, las cuales no tienen un vínculo
con la tierra primera, donde se han liberado del patrón, del
acasillamiento, tienen una nueva organización. Por eso el Viejo Antonio
es quien recuerda, es la memoria. Quizá por eso Bartra, en el
prólogo al libro, diga que el Viejo Antonio es el fundador simbólico
del EZLN" (5 de noviembre de 2004).
Las Cañadas es una región de la Selva Lacandona constituida
por los municipios de Ocosingo, Altamirano, Las Margaritas y La Trinitaria.
Se pobló a partir de los años treinta del siglo pasado por
indígenas que buscaban liberarse de las fincas y ranchos ganaderos
donde eran tratados como esclavos. Es una de las cunas del EZLN y donde tiene
gran influencia el zapatismo (Vázquez 2001:386).
El tema de los nuevos asentamientos en Las Cañadas no sólo
se maneja en libros especializados, la literatura también lo aborda.
Si abrimos Hacia el confín, novela de la selva de Jesús Morales
Bermúdez (2003:3) hallamos un texto donde la colonización de
la selva "se propone como la epopeya sin mayores heroísmos que los
cotidianos". Entre páginas y palabras nos tropezamos continuamente
con reflexiones sobre el peregrinar: "¿Acaso por siempre tendremos que
vagar? ¿Por qué habremos sido sacados de nuestros hogares si
todo en la vida no nos es sino morir en las serranías, en las selvas,
en los ríos? Y en cuanto a mí, pues no tengo ni tortilla, ni
pozol, estoy cansado de esta vida miserable, ¿adónde, hermanos,
adónde me pensáis expulsar? Vaya yo pues, en pos de mi destino"
(Morales 2003:110). Poseer un pedazo de tierra tiene una gran relevancia
dentro de la novela, de esta guisa leemos: "¡La tierra! No desde muy
temprana edad comencé a preguntarme por la tierra. . . Ahora es diferente
con mis hijos, pero yo de chamaco viví de otra manera, y es natural,
porque ellos tienen la tierra y en mí todo el tiempo fue bruma entre
las manos. Para mi abuelo la tierra fue principio, para mi padre muerte,
para mí gusto. . . para mis hijos, creo, vuelta al centro, al
corazón, al conocimiento de la tierra" (Morales 2003:143).
Varios fueron los factores que desataron este andar hacia la selva: la
explosión demográfica, el aumento de la cría de ganado,
la prohibición de talar árboles, el deterioro ecológico,
el flujo de mano de obra guatemalteca barata, el alto a la distribución
agraria en 1958, la construcción de hidroeléctricas y,
después de 1989, la caída de los precios del café y
la carne, tornaron más precaria la subsistencia del estado. . . De
esta forma, la población excedente se asienta en las barriadas, en
la periferia de las ciudades de la región, en las zonas de
colonización, en la Selva Lacandona y Las Cañadas. La
implantación de colonos provenientes de tierras altas cobró
importancia en los años cincuenta, y se volvió masiva en las
décadas siguientes (Hernández 2001:102; Le Bot 1997:33-34;
Montemayor 1998:97). La Selva Lacandona, colonizada desde los años
cincuenta, en los setenta se convirtió en zona de recepción
de campesinos sin tierra (Hernández 2001:103-104).
Decretos gubernamentales influyeron directamente en la Colonización
de las Cañadas. Durante el gobierno de Díaz Ordaz (1964-1970)
fueron trasladados a Chiapas campesinos de Guerrero, Morelos, Michoacán,
Veracruz, Chihuahua, que exigían al gobierno la entrega de tierras
en poder de terratenientes. Este territorio se convirtió en la
válvula de escape para dar solución a estos conflictos.
Indígenas y campesinos chiapanecos se integraron a este movimiento
migratorio. En 1972, Echeverría decreta que 614 mil 321 hectáreas
de selva pertenecen a los lacandones; este hecho provoca la expulsión
de cientos de familias, no lacandonas, que serían más tarde
la base fundamental del EZLN. La consecuencia de dicho movimiento es la
creación de nuevos asentamientos, justo en Las Cañadas. Para
1979, López Portillo decretó la Reserva Integral de la Biosfera
de los Montes Azules, lo que provocó una nueva reubicación
de las poblaciones. (González y Pólito 1994; Montemayor 1998:98).
El Viejo Antonio forma parte de esta migración hacia Las Cañadas,
es parte de estos nuevos asentamientos humanos que van concibiendo nuevas
formas de organización.
Estas nuevas comunidades crearon expresiones culturales e identidades nuevas.
También inventaron una nueva indianidad genérica, abierta,
modernizada. Las expulsiones, la desocupación de la mano de obra
excedente, la experiencia de la inutilidad económica, social e incluso
política se transformaron en experiencias de libertad (Le Bot 1997:38).
Se emanciparon de los antiguos lazos de dependencia interna: el sistema de
cargos, los principales, los chamanes, las celebraciones comunitarias; y
de los externos: las fincas, los contratistas de mano de obra, los comerciantes
y transportistas, los caciques y el sistema político. Tales comunidades
constituían un ejemplo de desarrollo endógeno, acompañado
indudablemente por algunos agentes externos (personal eclesiástico,
miembros de organizaciones no gubernamentales), pero carente de atención
y ayuda por parte del Estado y basado, en lo esencial, en su dinámica
interna (Le Bot 1997:39).
En las nuevas comunidades no podemos hablar de una desaparición de
la dimensión étnica; más bien, ésta se ha
transformado profundamente. Asistimos a la producción de una etnicidad
que incorpora elementos tradicionales (idioma, por ejemplo), pero que se
nutre de mezclas, intercambios, matrimonios intercomunitarios e
interétnicos, y busca relaciones más igualitarias con la sociedad
en su conjunto. Al romper con una comunidad cerrada e hiperjerarquizada,
el indígena descubre una comunidad étnica ampliada (Le Bot
1997:45-46).
A este intercambio cultural, que se manifiesta en préstamos
lingüísticos y en el fortalecimiento de idiomas indígenas
casi desaparecidos como el chuj y kanjobal, se unió el intercambio
de experiencias organizativas entre indígenas y mestizos de distintas
partes del estado y del país, lo que permitió que múltiples
visiones del mundo, ideologías políticas y religiosas, confluyeran
para dar forma a un movimiento político-militar. En la selva de Las
Margaritas, ejidatarios mexicanos y refugiados guatemaltecos compartieron
el espacio de la asamblea ejidal para discutir sus problemas y analizar la
situación política (Hernández 2001:262-263). El Viejo
Antonio es partícipe de dichos movimientos organizativos y
políticos, como lo explica Jan de Vos en Una tierra para sembrar
sueños (2002).
Entendamos el proceso de lucha y organización de los campesinos e
indígenas chiapanecos, proceso del que hemos hablado en párrafos
anteriores y del cual el Viejo Antonio fue partícipe. En 1974 se lleva
a cabo el Congreso Indígena, el cual cohesiona el descontento de los
indígenas; a la par se dan levantamientos como el de San Andrés
Larráinzar y la lucha de los campesinos mestizos de la Frailesca que
en 1976 fundan la Alianza Campesina "10 de abril". En 1978 llegan a Chiapas
las primeras organizaciones políticas de izquierda como Línea
Proletaria (González y Pólito 1994); así van surgiendo
varias agrupaciones, como la Organización Campesina Emiliano Zapata
(OCEZ) y la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos
(CIOAC), siendo las importantes Quiptic (Formada en 1975. Primera
organización de la Selva, cuyo nombre completo es Unión de
Ejidos Quiptic Ta Lecubtesel, que en tzeltal quiere decir "Unidos por Nuestra
Fuerza". Sus principales objetivos serían la regularización
de la tenencia de la tierra y el acceso a servicios básicos [Sánchez
2003]), Unión de Uniones, ARIC, ANCIEZ, ya que han articulado el
movimiento campesino más complejo, amplio y de mayor resonancia que
se conozca durante este periodo en Chiapas y uno de los más significativos
en el ámbito nacional (Le Bot 1997:51-52). Es posible decir que estas
organizaciones encuentran mayor eco en Las Cañadas, puesto que es
una zona de grandes conflictos agrarios.
A finales de los años setenta, se produjo un enfrentamiento por el
control de la Quiptic entre los líderes indígenas ligados a
la diócesis y un grupo maoísta afiliado a la organización
Política Popular, Línea Proletaria. La creación de una
Unión de Crédito (asociación cuyo objetivo era financiar
el desarrollo de las comunidades) dio lugar a divisiones y conflictos que
conducirían a la expulsión de los principales dirigentes de
la Línea Proletaria. Varios integrantes de ese grupo serían,
algunos años más tarde, puntos importantes del programa
Solidaridad, una de las piezas clave de la política de Carlos Salinas
(Le Bot 1997:52).
La crisis de la Unión de Uniones, que culminó en 1982-1983,
significó un retroceso para el movimiento indígena. Meses
después de la salida de los líderes maoístas, el EZLN,
surgido de las Fuerzas de Liberación Nacional, (FLN) y de la
adopción/adaptación al interior de las comunidades indígenas,
establece su primera célula en la Selva Lacandona, es un grupo de
influencia castro-guevarista, aunque reivindicando una historia insurreccional
propiamente mexicana, comenzaba en el más puro estilo foquista (Le
Bot 1997:52-53).
El zapatismo germinó y se desarrolló en el seno de sectores
de la población indígena que se había enfrentado a la
tradición y los tradicionalistas y que, por esa razón, tuvieron
que romper con sus comunidades o incluso abandonarlas. En su separación,
su expulsión, se confunden motivos religiosos, económicos y
políticos (Le Bot 1997:38). Muchos de los combatientes zapatistas
son colonizadores de la selva (Hernández 2001:262).
Es justamente en el resquebrajamiento de las comunidades, en la fractura
de la sociedad indígena, donde se gesta y madura la insurrección.
El zapatismo ha prosperado en el espacio que separa a las comunidades
tradicionales y a las fincas de los sectores aculturados que se han asimilado
a la sociedad global. Y han encontrado acogida particularmente entre las
nuevas generaciones, que no conocieron el orden antiguo y ven cerrarse las
puertas de su futuro. El movimiento no ha sido obra de las capas más
pobres y más tradicionales, sino de las franjas que logran escapar
de la pobreza y de las comunidades en proceso de descomposición, de
aquellos que se salieron y ven amenazadas o reducidas a nada las mejoras
obtenidas mediante esfuerzos enormes. Es el fruto de la modernización
y su crisis. Al romper las ataduras de la antigua comunidad o de la finca,
estos sectores se abrieron a la sociedad, lo que significó una
emancipación; pero también una situación menos protegida
respecto al exterior, por el hecho de romper los mecanismos clientelistas
(Le Bot 1997:55-56).
Los indígenas, a lo largo de los años, han sido desplazados
de sus tierras; han fundado pueblos nuevos, lo que implica nuevas organizaciones;
han luchado por sus tierras, se han politizado. El Viejo Antonio ha sido
testigo y partícipe directo de estos acontecimientos.
El Subcomandante Marcos hace un resumen puntual de cómo se encontraron
estos grupos indígenas politizados con el FLN (Fuerzas de Liberación
Nacional):
Lo que es el zapatismo en 1994 tiene detrás tres grandes componentes
principales: un grupo político-militar, un grupo de indígenas
politizados, y el movimiento indígena de la selva. . . En sus inicios
es una guerrilla que con su accionar, pretendía crear conciencia y
jalar a otros grupos a que optaran por la lucha armada, hasta culminar con
una guerra popular. En sus inicios, esa organización clandestina
está muy próxima a lo urbano. La idea es que, en este caso,
el pueblo iba a necesitar de un grupo armado para defenderse, para pelear,
para resistir la acción del ejército federal (Le Bot 1997:109-110).
Por otro lado está, en la etapa que a mí me toca, un movimiento
indígena con dos grandes rasgos: un grupo muy aislado que es el
indígena de la Selva, y otro movimiento que podríamos llamar
de élite, indígenas politizados, con gran capacidad organizativa,
con una experiencia de lucha política muy rica. Se dan cuenta de que
para sus problemas de tierra, de condiciones de vida y de derechos
políticos no hay más salida que la violencia. Son una especie
de élite que no responde a la lógica del indígena aislado,
marginado culturalmente, inhibido; es gente con una cultura política
y una conciencia nacional sorprendente. Entonces por alguna razón,
esa organización, ese grupo militar entra en contacto con esa élite
indígena, esa política, y coinciden en que es necesaria la
lucha armada y que es necesario preparar un ejército, y se plantea
la idea de un ejército y no de un grupo guerrillero, de hacer un
ejército regular. Entonces es cuando ese grupo decide instalarse en
la Selva Lacandona y funda el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional en noviembre de 1983. Cuando nace el EZLN, ese otro grupo sigue
viendo al indígena como parte del pueblo pero sin ninguna especificidad
(Le Bot 1997:117-118).
Entonces esos dos grupos, la organización político-militar
y la élite política indígena, están un poco
separados. El grupo que ahora llamaré el grupo intermedio, que será
como el intermediario entre el Ejército Zapatista y las comunidades,
este grupo indígena politizado, empieza a hablar con algunos jefes
de comunidades indígenas que conocen acerca de la lucha armada. Es
un interés muy práctico, muy inmediato, de sobrevivencia, el
que permite ese primer contacto entre las comunidades indígenas y
el grupo político-militar, de cuyo choque va a surgir el zapatismo
de enero 1994 (Le Bot 1997:127).
A la hora en que se da el contacto con las comunidades, el elemento
indígena es ya mayoritario en la organización
político-militar, aunque no se refleje en la estructura de mando.
Pero en su vida interna sí, porque ya hubo el primer choque cultural:
aprender el idioma, el manejo del lenguaje, de los símbolos, lo que
representan unas cosas y otras.
Para nosotros era gente explotada a la que había que organizar y mostrarle
el camino. Eran ciegos a los que había que abrirles los ojos, esto
no cambia hasta que aparece ese traductor, el Viejo Antonio. Surge alguien
que parece un personaje literario, pero que fue real, existió. Ese
viejo se convierte en el enlace con las comunidades, con su mundo y con la
parte más indígena. El Ejército Zapatista de
Liberación Nacional a través de él empieza a entender
su historia de fundación política, su conciencia, su conciencia
histórica. Y el resultado es que no estábamos hablando con
un movimiento indígena que estaba esperando un salvador, sino un
movimiento indígena de mucha tradición de lucha, con mucha
experiencia, muy resistente, muy inteligente, al que simplemente le
servíamos de algo así como brazo armado.
Descubrimos el mundo indígena, nos encontramos con un mundo nuevo
al cual no teníamos respuesta. Ésta es la primera derrota del
EZLN, la más importante y la que marcará de ahí en adelante.
Cuando el EZLN se enfrenta a algo nuevo y reconoce que tiene que esperar,
aprender, deja de ser maestro. Y ahí es donde el Viejo Antonio, los
jefes de las comunidades y los guerrilleros indígenas se convierten
en maestros de esa organización político-militar (Le Bot
1997:128-131).
El Viejo Antonio es el puente que permite a los guerrilleros de montaña
llegar a las comunidades; su aporte fundamental es hacer entender a los
zapatistas la especificidad de la cuestión indígena en las
montañas. Finalmente ésa es la herramienta de la que Marcos
se apropia para comunicar al mundo indígena con el mundo urbano. Es
el viejo Antonio el que da los elementos indígenas que tiene el lenguaje
zapatista cuando se dirige hacia fuera. Soy un plagiario. . . (Le Bot
1997:136-137).
¿Quién es el Viejo Antonio? Es la pregunta que ha guiado este
proemio y para dar respuesta a ello hemos dado un pequeño vistazo
a la historia de Chiapas y por consiguiente a la historia del movimiento.
El Viejo Antonio es, por decirlo de cierta forma, la sinécdoque de
esos sucesos. Es el hombre sin tierra, el hombre de carne y hueso que vivió
la colonización de Las Cañadas, cuya consecuencia inmediata,
la migración, es la conformación de nuevas estructuras sociales
y culturales, que en definitiva rompen con las organizaciones tradicionales.
Como hemos visto a lo largo de estas páginas, estas nuevas comunidades
se politizan rápidamente; el Viejo Antonio es partícipe de
esta lucha, principalmente por la tierra.
El Viejo Antonio es puente entre la guerrilla y el mundo indígena,
es ahí donde radica su importancia, como bien lo explica el Subcomandante
Marcos durante la entrevista con Yvon Le Bot (1997).
El Subcomandante Marcos se apropia del Viejo Antonio, lo moldea hasta
transformarlo en un personaje literario, para ser nuevamente un puente que
una al mundo indígena zapatista con el mundo occidental, con la sociedad.
En las páginas siguientes nos encontraremos con el Viejo Antonio,
con ese mecanismo literario construido por el Subcomandante Marcos, pero
que definitivamente encierra a un hombre cuya historia incluye a Chiapas
y al EZLN.
Escuchar al Viejo Antonio es escuchar el mundo indígena, pero sobre
todo aprehenderlo. El Subcomandante Marcos no duda en hacerlo, como tampoco
duda en compartir con la sociedad: mirar el mundo desde otros ojos.
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