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La racionalidad aplicada al conocimiento de la naturaleza, promovida desde el siglo XVII por cabezas eminentes como las de Isaac Newton, Francis Bacon y René Descartes, conquistó un lugar destacado cuando se extendió la idea de que el uso de la razón constituía una fuente inagotable para la promoción de los inventos y los descubrimientos que procuraban riqueza y felicidad. Sin abandonar la creencia en Dios, la Divina Providencia o una fuerza superior impulsora, las nuevas propuestas empezaron a convencer a muchos de que la razón era, por excelencia, el instrumento del progreso. Dirección General de Asuntos del Personal Académico, Programa de Apoyo a Proyectos Institucionales para el Mejoramiento de la Enseñanza. |