Título: El dibujo en la formación de los arquitectos: análisis del proceso de enseñanza-aprendizaje y sus implicaciones para la innovación educativa
Autores: Manuel Jerez, Esteban de
Fecha: 2001
Publicador: Dialnet (Tesis)
Fuente:
Tipo: text (thesis)
Tema:
Descripción: Esta investigación hunde sus raíces en una temprana preocupación por la mejora de la enseñanza, nacida en la otra escuela, la primera. La escuela ideal. Así tuve la osadía de llamar a primer trabajo de reflexión sobre estas cuestiones. Una trabajo que presenté a un concurso de redacción, convocado a nivel local en mi ciudad, cuando tenía trece años. Me sirvió para representar a mi colegio en el mismo. No guardo copia y por tanto no puedo saber si alguna de aquellas ideas se ven reflejadas en este trabajo. La preocupación que me llevó a escribirlo sí. A mí me gustaba mi colegio. El Juan XXIII de la Chana, filial que fue del instituto Padre Suárez, se había hecho con muy pocos medios, por iniciativa social, gracias al impulso de Don Rogelio Macías. Tres colegios-institutos para los tres barrios obreros periféricos. El edificio respondía al espíritu de los fundadores. El arquitecto García de Paredes realizó un edificio funcional muy humano, con una sección escalonada abierta a la vega de Granada. Guardo el mejor recuerdo de mis profesores, también de mis compañeros. Ellos me inculcaron, junto con mi padre, el entusiasmo por aprender. De ellos aprendí el significado de la palabra maestro. El interés por la arquitectura, que me llevó a la Escuela de Sevilla, en 1982, cuando todo me pedía permanece en Granada, nació antes. A los seis años quedé admirado de cómo dibujan los arquitectos. Mi tío Carlos, entonces estudiante de primero en Madrid, ya sabía dibujar, en una servilleta de papel, una espectacular catedral gótica. Entonces yo decidí que de mayor sería arquitecto. Esta primera visión se reforzaría por una temprana preocupación por la ciudad real. Granada iba siendo dilapidada, por los herederos de Boabdil, ante mis ojos. Parte de su casco histórico era pasto de la especulación más ciega. Su sabia relación con el paisaje, siempre presente como fondo de la perspectiva de cualquier calle, parecía estar rompiéndose, irremisiblemente, para siempre. Ya no se puede subir a la Torre de la Vela. Mi tío Carlos volvió de Madrid, vía Brujas, convertido en baluarte de la protección del patrimonio en la ciudad y eso me impresionó aún más que sus primeros dibujos. Pensé que siendo arquitecto se podría hacer algo para detener lo que estaba pasando. No tengo un buen concepto del edificio de la Escuela de Arquitectura de Sevilla. Es un edificio de un funcionalismo impersonal y gris. Ignoro las intenciones del arquitecto. Seguramente habrá que situarlo en su contexto para comprenderlo. Creo, sin embargo, que acertó a reflejar el espíritu de la institución que iba a albergar. No guardo un buen recuerdo de mi paso, como estudiante, por la Escuela de Arquitectura de Sevilla. Hace unos días, un antiguo compañero y amigo, delegado que fue de alumnos, tras presentar, en el salón de actos, su propuesta ganadora del Concurso de Realojo de los Chabolistas de Torre Perdigones me confesaba que todavía se le encoge el estómago cuando pasa por Reina Mercedes y ve la Escuela. Desgraciadamente es demasiado habitual este sentimiento. A mí me ocurría igual. Cuando acabé la carrera me resultaba anímicamente imposible verme a mí mismo como futuro profesor de esta Escuela. Hizo falta que pasaran dos intensos años de experiencia con el urbanismo real, el de la gestión, tratando con intermediarios y grandes industriales, poseedores de opciones de compra sobre suelo rústico en la �Reserva Industrial de Andalucía�, para que empezase a ver la Escuela desde otra perspectiva. El encuentro con la enseñanza del dibujo de arquitectura, en 1990, fue asombrosamente satisfactorio para mí. La clave quizá fue que supe asumir, desde el primer momento, con naturalidad y como un reto personal, mis limitaciones de dominio en el área de conocimiento y mi falta de preparación docente. No me sentía responsable de estas carencias, en la misma medida en que estaba dispuesto a superarla. Es la forma habitual de llegar a ser profesor de la Universidad: por inmersión, sin capacitación previa. Precisamente de la conciencia de mis limitaciones, y de las limitaciones que había percibido en la enseñanza cuando fui alumno, surge la idea de realizar una investigación sobre la enseñanza, orientada a su mejora. ¿Cómo era posible que en una reunión de profesores de Procedimientos de Expresión, para calificar colectivamente los ejercicios del examen extraordinario de febrero, a la que fui invitado para �aprender�, un mismo ejercicio obtuviere comentarios y calificaciones tan diametralmente opuestos? Esto creo que nos preocupaba a todos. A mí me escandalizó. La Escuela real. El propósito general de la investigación, muy amplio y totalmente difuso en sus inicios, es realizar una indagación sistemática sobre los problemas de la enseñanza y el aprendizaje del dibujo de arquitectura. Nos interesaba hacerla desde una reflexión sobre su contribución a la formación de los arquitectos. Con ello pretendíamos fundamentar una estrategia para la actualización y mejora de la enseñanza del dibujo. Para precisar este objetivo y definir los procedimientos de la investigación adecuados, necesitábamos construir dos marcos de referencias: el primero, para situar el objeto de la investigación: el dibujo, la arquitectura, la enseñanza y el aprendizaje; el segundo, para plantear el modo de investigación, para encontrar las teorías y los métodos de investigación adecuados a nuestros propósitos y a nuestra perspectiva.
Idioma: spa