Título: Arquitecturas del agua en el territorio: sistemas de abastecimiento y defensa
Autores: Granero Martín, Francisco
Fecha: 1992
Publicador: Dialnet (Tesis)
Fuente:
Tipo: text (thesis)
Tema:
Descripción: La estructuración seguida en el trabajo nos va a permitir dos partes dentro del marco establecido. La Primera de ellas referencias a cuándo, dónde, cómo, en qué manera y por qué surgen las situaciones y sus respuestas sobre el abastecimiento. El primer capítulo expone los encuentros de las primeras arquitecturas del agua en el ámbito básico del orden espacial, que arranca en el cambio de vida del hombre hacia su sistema sedentario, y traslada el orden geométrico utilizado en los pequeños utensilios, a la propia aducción del agua. Para ello se establecerán analogías referenciadas a la arquitectura actual de poblados poco evolucionados. Se prosigue con la ilustración suscinta de cómo el territorio habitado egipcio supone una franja de terreno organizada basadas en sus sistemas de riego, donde los canales, de manera única, adquieren el protagonismo del discurso (habiéndose evitado su incorporación en el capítulo de �líneas territoriales de abastecimiento en el paisaje�). En estos dos parágrafos se expone la respuesta de la arquitectura del agua al �plano horizontal� dentro del orden espacial, dando lugar al siguiente paso donde se incorpora la tercera dimensión en el mismo, utilizando como modelo las intervenciones urbanísticas mesopotámicas. En dicho momento histórico, el hombre ha alcanzado una avanzada tecnología constructiva y un alto nivel de la Ingeniería hidráulica. Este motivo hará que centremos el discurso en el sistema de abastecimiento para el riego del Jardín Babilónico. Apoyado en las descripciones de los clásicos griegos, se pondrán en contradicción y confirmación las distintas teorías actuales sobre el tema y los datos arqueológicos. Así llegaremos a establecer una hipótesis que se resume en los dibujos del doctorando. La descripción inédita del sistema y los dibujos citados configuran la Tesis de la validez de funcionamiento del abastecimiento del citado Jardín, objeto de tanta admiración y asombro de los clásicos helenos y helenísticos. El segundo capítulo abarca los sistemas de abastecimiento que responden a una arquitectura con sentido lineal predominante, capaces de tener una escala tan dilatada, longitudinalmente, que marcan una estructuración del paisaje en el territorio: Acequias, Qanatir, Acueductos y Sifones. Se expondrán cómo son dichos sistemas, cuándo surge la necesidad de sus variantes tipológicas, dónde son apropiados y qué razones intervienen en su criterio selectivo. En los cuatro parágrafos de este segundo capítulo, se expresa la posibilidad de conducir las aguas a varias poblaciones y establecer una disposición alienada de núcleos en el territorio; confiriéndole a la arquitectura del agua el carácter de conexión territorial entre asentamientos, o de éstos con sus manantiales lejanos. Las distintas tipologías enunciadas dan respuestas a las soluciones diversas de la conducción de líneas de agua y a la problemática que surge ante las cuestiones topográficas, orográficas, topológicas, hidrográficas, etc. Se enuncia que el momento del desarrollo de estas técnicas y el predominio de la arquitectura-ingeniería del agua, en el sentido que se estudia en este capítulo, es coincidente con la libre elección del asentamiento de una población; y es a partir de este momento, cuando dichas implantaciones quedan condicionadas a otras razones estratégicas defensivas, comerciales, rutas portuarias, comunicaciones, económicas, climatológicas, etc. A través del tiempo, las antiguas civilizaciones resolvieron el abastecimiento del agua de sus poblaciones según el siguiente proceso lógico: Cuando el núcleo poblacional se ha ampliado, y no es suficiente su abastecimiento a costa de los manantiales próximos, o bien cuando éstos han sido contaminados por las propias evacuaciones de la ciudad que los ha desbordado �caso de la Roma clásica-, hay que buscar otras fuentes más alejadas. Se impone, para ello, el siguiente paso, dirigir y canalizar el caudal por recorridos cubiertos o no, que tendrán que vencer las dificultades de las condiciones topográficas y geográficas. La resolución a esta problemática, les llevó a los sistemas propuestos de acequias, qanats (ó qanatir), acueductos y sifones. La Segunda Parte, igualmente hace referencia a las mismas cuestiones de cuándo, dónde, cómo y por qué surge la arquitectura del agua en la defensa, mediante dos capítulos: El primero, con un carácter eminentemente de protección y en el segundo, se buscará el �contrapesto� de introducir la necesidad de la permeabilidad comentada. Demanda ésta, sobre todo, de las nuevas planificaciones de ciudades portuarias. Al ser el carácter del tema mucho más acotado que el del Abastecimiento, hace posible que el guión se apoye en una evolución del sistema con un orden más ceñido al proceso cronológico de génesis, transformación-evolución, desarrollo-complejización y superación-abandono de la tipología. Así pues, se comienza con un análisis introductorio del estado urbanístico a partir del siglo XV, momento éste en que se plantea la planificación e nuevas ciudades haciendo trasladar el concepto defensivo del foso acuático del �castillo� a la escala territorial de una ciudad completa. La situación histórica nos proporcionará el enclave oportuno para la explicación funcional y la compresión de las formas arquitectónicas resueltas por las distintas Academias de la fortificación, en un ámbito geográfico centrado en Europa y América. No se trata, pues, de exponer un estudio de las tácticas militares y su repercusión en las formas y funciones de los elementos arquitectónicos defensivos, ni de la evolución o clasificación de la arquitectura militar y de fortificación desde una óptica historicista, en tal caso, y en ocasiones, apoyados en dichos conocimientos, nos vamos a ceñir al intervalo acotado de las arquitecturas defensivas que se establecen en el agua, bien sea de naturaleza fluvial o marítima, bien de fosos, canales o cauces artificiales que entran a formar parte del propio sistema defensivo arquitectónico. En el Medievo, las armas de corto alcance y de escasa potencia ofensiva se contrarrestaban con los sistemas defensivos simples, donde el trazado principal de las murallas cerraba, o completaba a la �plaza� pero no fortificaba, como se refiere Juan A. Rodríguez-Villasante. En las murallas utilizadas para las defensas de ciudades de la Antigüedad, generalmente con disposición de las aspilleras para el disparo de flechas, se incorporaban los matacanes como arquitecturas ofensivas en las mismas. La verticalidad era considerada de gran importancia en estas arquitecturas defensivas que no se encuadraban dentro de un verdadero sistema, aunque proliferaron los fosos primetrales como elementos acuáticos incorporados. Los ensayo constantes en el arte de fortificar, motivaron el avance tecnológico consistentes en �angular� o �abaluartar� las torres, con lo que se conseguía batir una mayor cobertura de los flancos, resultado así el inicio del sistema abaluartado, del que en el Primer Capítulo de la Segunda Parte se describirán los elementos constitutivos más importantes, repetidos en la tipología y aceptados por las Escuelas y Academias del Arte de la Fortificación, así como los sistemas de representación gráfica empleados en los desarrollo de las trazas, la Ichnographía, la Orthographía y la Escenographía. Las influencias de las proyectaciones acuáticas del castillo Sforcesco milanés, la propia ciudad �Sforzinda� de Filarete atravesada por el río, constituirán ejemplos de los primeros modelos renacentistas que superaron los límites militares y se adoptaron como criterios uniformes en las actuaciones siguientes de renovaciones de infraestructuras. Siendo las bases de apoyo del arte de fortificar la estrategia, la logística y la táctica, todas las variaciones que surgían en alguna de ellas tenía su implicación en las formas y funciones de la arquitectura defensiva del momento, así pues los inventos de nuevas armas o escenarios de operaciones (Europa y América) conllevaban variaciones en los sistemas constructivos y las trazas. El discurso proseguirá con la exposición de cómo se produjeron las transformaciones urbanas resultado de la problemática surgida para la defensa ante el desarrollo de las nuevas armas militares, empleando para ello, y como respuesta, los fosos, baluartes, revellines y demás elementos de arquitectura en agua, donde ya los canales, además de vías internas de comunicación, resolvían el cinturón exterior de protección, manera en que Francisco di Giorgio Martini se convertirá en gran promotor de la nueva imagen urbana. La afluencia de tratadistas (Pedro Luis de Escribá, Cataneo, de Marchi, etc.), las nuevas corrientes culturales, los aciertos de los modelos foseados frente a las artillerías en planificaciones territoriales de la ciudad, harán de ésta una �machina béllica�. En la evolución y enriquecimiento de los modelos a partir del manierismo, se verá, a la corriente de agua, como el elemento urbanístico necesario y capaz de dar el �contrapesto�, como ocurre en los modelos de Scamozzi, donde la arquitectura defensiva sobre el agua no se presenta ya como un anexo al límite amurallado de la ciudad, sino que se convertirá en una moderna exigencia tecnológica. Con la complejidad de esta arquitectura en los modelos barrocos, el discurso proseguirá según las localizaciones geográficas, dentro del marco cronológico, dependiendo de las variantes más significativas y los hechos más notables. Así se hará hincapié sobre todo en las proyectaciones francesas del XVII, De Ville y Vauban, incorporaron el nuevo sistema de defensa, a lo largo del perímetro fronterizo del país. Con el último de ellos (Vauban), se alcanzaba la plenitud del repertorio de los elementos arquitectónicos de agua en defensa, dentro del programa absolutista del Estado de Luis XIV. Modelos muy compactos que se ponen en contraposición con los holandeses, donde Simón Stevin volverá a recurrir a las canalizaciones interiores para la comunicación. A través de los modelos analizados (San Petersburgo, Toulouse, el plan de Blondel para Estrasburgo, desarrollo de Mannheim, etc.) se llegará a una técnica urbanística europea ceñida más al desarrollo de las �partes� que a la planificación del �todo� en el siglo XVIII, a diferencia de lo expuesto para los años anteriores. El capítulo concluye con la respuesta al por qué de la superación y abandono del sistema, que llegó a ser objeto de actuación de verdaderos arquitectos especialistas, siendo materia impartida en las �Academias� surgidas como centros científicos y docentes. En el Segundo Capítulo de esta Parte, se pone de manifiesto el previo desarrollo de las primeras colonias en el Nuevo Mundo, donde quedaban obviados los sistemas de fortificaciones arquitectónicas que se estaban implantando en Europa, en un principio sustituidos por un emplazamiento con características naturales propicias. Las explotaciones y el comercio posterior de ricos cargamentos, hacen urgente las actuaciones de arquitectura defensiva de agua, para lo que se trasladaron Juan Bautista Antonello y Tiburcio Spannocchi entre otros, donde el nuevo territorio ofrecía un ámbito libre de impedimentos �a diferencia de las transformaciones de los viejos cinturones europeos- para implantar las teorías y tipologías ideales aquí planificadas. Las nuevas experiencias implicarán flujos y reflujos entre ambos continentes, que no harán más que enriquecer las tipologías del propio sistema. Como se ha dicho, éste debió responder entonces a las necesidades de permeabilidad comercial que demandaba la nueva situación, a la vez que supondría la consideración de constituirse en �máquinas bélicas�, con las variantes tipológicas resultantes. Estas irán encaminadas hacia un sistema defensivo en extensión territorial a base de �fuertes� diseminados en la secuencia del recorrido de acceso a las bahías, que se sucedieron en avances a medida que se abandonaban las flotas basadas en los buques de bajo bordo, como las galeras, carabelas o incluso los galeones, que dificultaban la posibilidad de artillarlos en ambas bandas. La especialización y progreso tecnológico en el siglo XVIII, daría como resultado, en el ámbito naval, al buque hasta cuatro puentes de artillerías, y de gran movilidad y fácil maniobrabilidad, que obligaba a una modernización de las arquitecturas defensivas y controles dispuestos como resultado de la nueva geopolítica, o, en su caso, supondría la pérdida de la plaza y sus recursos. La existencia de una amplia documentación cartográfica nos permite hacer los análisis comparativos de las distintas situaciones a través de la exposición de modelos. El discurso concluye con la exposición más detallada sobre la génesis, evolución y transformaciones morfológicas de los sistemas de arquitectura defensivas de tres modelos de ciudades: Santo Domingo, La Habana y Cartagena de Indias, a partir del análisis de sus sucesivas cartografías. La elección de estas tres ciudades resuelve en parte 8no exhaustivamente) la casuística: Santo Domingo fue la primera fundación en el nuevo continente y contó con unas protecciones naturales acuáticas que conformaban el ángulo marítimo y la desembocadura del río Ozama. Ayudada por la débil fortificación, en ángulo territorial, ejecutada por Antonelli, supuso el continuo fracaso del sistema, máxime cuando los proyectos de defensa completivos no se llegarán a realizar; ello impedirá el florecimiento de Santo Domingo, al que también contribuirá, por contra, el coetáneo esplendor de la Habana. También se situó estratégicamente la ciudad de la Habana. Así surgirá en la ruta que se genera como habitual desde la Nueva España, a partir de los envíos de oro por Hernán Cortés; ello supuso el enriquecimiento de la nueva ciudad y la necesidad de su fortificación, que aparte de sus clásicos amurallamientos foseados contaba con la variante de las �fuerzas�, como arquitectura de defensa diseminadas para el control del plano acuático de la bahía. La finalización tardía de sus murallas, en el siglo XVIII, contribuyó a su fugaz esplendor, cuando la tipología se encontraba ya superada y se hacía necesario su demolición. Cartagena de Indias, fundada en el año 1533, se erigirá en la ciudad clave entre las explotaciones del Sudcontinente y la ruta hacia España. Situada en una posición estratégica natural interior a la bahía, se convertirá en un modelo inexpugnable, tras el desarrollo de sus defensas acuáticas, tanto en las diseminadas para el control de la bahía, como en los amurallamientos abaluartados de su ciudad, lo que implicará su relevante papel como verdadero puerto comercial español sudcontinental. Con ambos capítulos se pone de relieve los acontecimientos generadores, el desarrollo, la evolución, la superación y el abandono de los recintos amurallados, motivado tanto por el avance de las técnicas artilleras de ataque, que superaron las distancias desde el punto de disparo obligadas por las defensas arquitectónicas y las resistencias de éstas frente a la potencia de las nuevas armas, como por las expansiones repentinas que denominaban los cinturones constrictores. Estas murallas hacían una función contradictoria entre el vacío territorial y la densa trama intramuros. Desde aquel momento, las tácticas militares de protección ya no se hicieron desde la �ciudad resistente�, sino que se dió traslado al combate de defensa en el territorio, incorporándose �los nuevos ingenios militares�: trincheras, campo de minas, etc., que evitaban el primer contacto bélico con los bordes periféricos urbanos. Las defensas diseminadas situadas estratégicamente, permitieron el control defensivo sobre los planos terrestres y marítimos, constituyendo las �fuerzas� alejadas de los núcleos y mantuvieron su relevancia hasta el total y definitivo abandono del sistema.
Idioma: spa