Título: Desarrollo de métodos de simulación arquitectónica: aplicación al análisis ambiental del patrimonio
Autores: Almodóvar Melendo, José Manuel
Fecha: 2000
Publicador: Dialnet (Tesis)
Fuente:
Tipo: text (thesis)
Tema:
Descripción: La arquitectura como campo de la actividad humana se enfrenta a un formidable reto en los tiempos actuales. Este hecho sin precedentes se da en varios niveles y todos los hemos experimentado en los diversos estratos de la actividad arquitectónica: al diseñar un edificio, al construirlo, al tratar con las entidades bancarias, aseguradoras o con el público en general. El reto en mi opinión es el siguiente: la necesidad absoluta e imperiosa de utilizar una mayor componente científica en el diseño arquitectónico. Científica, no quiere decir tecnocrática, matemática, complicada o inaccesible, quiere decir objetiva, inteligible e innovadora. Quiere decir que debemos superar el estado actual en el que la casualidad y lo fortuito rigen el diseño arquitectónico. Tampoco se pretende una imposición opresiva e inmediata, lo que se sugiere es un principio de camino, una nueva búsqueda paciente, reflexiva y sobre todo contemplativa. La situación actual de nuestro planeta y la de nuestra propia sociedad � a la que decimos servir-, exigen un conocimiento cierto sobre el comportamiento futuro de los hechos arquitectónico. Es decir: cómo se habitarán esos edificios, qué consecuencias tendrán sobre la salud mental y física de los habitantes, sobre la sociedad, qué efectos tendrá el medio ambiente sobre ellos, qué efecto producirán ellos, a su vez, sobre el medio ambiente circundante, como podrán financiarse, reutilizarse, cuál será su destino, etc� Todo el mundo parece ser consciente de este hecho, sin embargo aparecen ciertas reticencias entre los propios arquitectos. Y tienen sus razones para ello, resulta difícil cambiar mentalidades y tecnologías, es una inversión costosa, los políticos no están dispuestos a financiar nuevos dispendios, la sociedad no quiere ser receptora de este nuevo gasto, y así hasta un sin número de justificaciones. Las consecuencias de esta carencia saltan a la vista, véanse, por ejemplo, los fondos que se destinan a la investigación de la arquitectura comparados con los de la ingeniería, la medicina o la biología. El crédito que la sociedad otorga a los arquitectos comparado con el que le merecen otros profesionales y así sucesivamente. Sin embargo, no es esto lo más grave, lo peor es que paulatinamente, otros personajes van ocupando, no sólo campos que podrían haber sido temas pertenecientes a la arquitectura, sino que la propia arquitectura está pasando a manos de no arquitectos. Me gustaría hacer aquí un pequeño inciso para expresar o destacar el hecho de que la Física haya siempre obviado el estudio de los problemas espaciales que tanto nos afectan a los arquitectos (y de eso también mucha culpa es nuestra). Si nos fijamos bien, en las ciencias que afectan a la arquitectura siempre se ha buscado reducir el problema por ejemplo a términos lineales: las estructuras como cerchas o vigas y pilares, la electricidad y el magnetismo como líneas, el agua y fluidos como conducciones lineales, etc�. Después, en los siglos XVIII y XIX, la ciencia hace un esfuerzo extraordinario y se dedica a estudiar algunos problemas bidimensionales, fundamentalmente planos, lo cual supone un grado de complejidad mucho mayor que el del problema lineal (que no es el doble de complejidad sino mucho más), pensamos por ejemplo en el difícil tránsito entre las estructuras apantalladas que, al fin y al cabo, sólo reciben cargas en su propio plano, con lo cual no hay muchas variaciones y una sencilla función de Airy viene a resolverlas, y las estructuras que conocemos como losas y forjados en las que, a pesar de la planeidad, ya hay una serie de cargas que están fuera del plano y eso complica todo extraordinariamente. Por fin, a principios de este siglo los científicos se superan así mismos y tratan problemas estructurales y de otra índole referidos a �superficies no planas�, es posible imaginar entonces lo que supone pedirle a ese científico que ha extremado su razonamiento para hallar la resistencia de una superficie por ejemplo conoidal, que además nos diga cómo aumenta la presión en los puntos que están fuera del conoide, quizá en el interior o en el exterior del edificio; es demasiado para un hombre sólo, necesita entrar en una teoría de campos muy compleja y eso sólo puede hacerlo con un ayudante muy especial que además ha comenzado a revelarse hace muy poco tiempo: se trata del ordenador. Para poder entender mejor la evolución que se ha producido en el seno de la ciencia y la situación en que se encuentra actualmente, conviene analizar la famosa controversia sobre los colores entre Newton y Goethe. La cuestión de saber cuál de estas dos teorías es la correcta carece de importancia. Desde un punto de vista actual, ambas interpretaciones contienen errores. Los de Newton pueden descubrirse fácilmente porque su teoría es analíticamente explícita, en tanto que la de Goethe es vaga. Ocupémonos primero de Newton. Como fundador de la moderna ciencia de la mecánica, Newton explica la propagación en línea recta de un rayo de luz atribuyendo a ésta una naturaleza corpuscular, suponiendo que la luz consiste en partículas o corpúsculos de rápidos movimientos emitidos por una sola fuente luminosa. Puede ser reflejada por sustancias líquidas y sólidas, y la ley de reflexión es la misma que rige las bolas de billar perfectamente elásticas. Newton explica la refracción atribuyendo diferentes velocidades a las partículas cuando éstas pasan por diferentes medios, de suerte que aminoran la velocidad o la aceleran al pasar por la superficie de dos sustancias transparentes diferentes. Así, cuando un corpúsculo de luz entra en una masa de agua desde el aire y es desviado, de conformidad con la observación común, de la superficie de entrada, el fenómeno podría explicarse suponiendo que la partícula es atraída por el medio más denso. Esto resultó erróneo pues cuando Foucault, mucho después �en 1850- logró medir la velocidad de la luz en diferentes medios, comprobó que ésta era menor en el agua que en el aire, cuando la atracción de las partículas debería haber hecho que la velocidad fuera mayor. Esta circunstancia, no conocida por Newton ni por Goethe, fue una de las razones por las que se abandonó la teoría corpuscular de la luz a favor de la teoría de las ondas. Esta segunda dio lugar a la aparición de las ideas sobre el éter, sustancia que debía ser tan rígido como el acero pero a la vez no detectable. Después aparecen otras teorías como la electromagnética de Maxwell y la promovida por la relatividad especial de A. Einstein que en definitiva intentan conjugar teorías anteriores, se produce el descubrimiento de los fotones y la demostración de que la luz se curva por efecto de los campos gravitatorios, con lo cual se atribuye a la geometría un papel de descripción de los estados de fuerzas de un sistema. En la presente Tesis Doctoral nos basaremos, con algunas salvedades, en la teoría electromagnética para intentar definir las cuestiones energéticas que afectan a la propagación de la luz en las zonas habitables. Consideramos ahora la obra de Goethe. Contrariamente a lo que creen muchos físicos, se trata de una obra muy importante de tres volúmenes. El primero tiene 651 páginas, de las cuales 300 son críticas a Newton. El segundo volumen de 757 páginas contiene una reseña histórica y detallada de la teoría de los colores desde Pitágoras a Newton. Diez páginas están dedicadas a describir la personalidad de Newton. El tercer volumen contiene láminas con colores y diagramas con apropiados comentarios. El enfoque de la cuestión que realiza Goethe no es matemático, de hecho desprecia la matemática y generalmente la ignora. No se preocupa por la naturaleza de la luz ni toma partido por la teoría corpuscular de Newton ni la teoría de las ondas. No intenta siquiera emplear reglas de correspondencia para traducir las sensaciones lumínicas en construcciones cuantitativas. De ahí que su teoría pueda considerarse subjetiva; pone principal énfasis en los efectos psicológicos de los colores, en aquellos aspectos que interesan a los artistas, en rasgos que no tienen relación con la técnica ni con la aplicación. Sostiene el argumento de que los colores son producidos por la interacción de la luz y las tinieblas. La luz del sol oscurecida por las nubes produce los colores de la puesta del sol. Goethe llama a esto el fenómeno fundamental del cual cita otros numerosos ejemplos: el humo que se eleva de una chimenea, el color de materiales transparentes, la apariencia gris de las nubes. En cierto sentido esta creencia, la idea central de la teoría de los colores de Goethe, combina todas nuestras experiencias cromáticas en una sola hipótesis bien ordenada. Digámoslo con las palabras de Heisenberg �El orden que, en la teoría de los colores de Goethe se construye ante nuestros ojos armoniosamente y lleno hasta sus últimos detalles de un contenido vivo, abarca todo el dominio de las apariencias objetivas y subjetivas del color�. En este contexto, la terminología de Goethe y sus razonamientos son extremadamente complejos, pero los ejemplos que da están siempre de acuerdo con hechos conocidos. Termina su disquisición con este resumen: Por más que los hombres de ciencia hayan creído firmemente hasta ahora que captaron la naturaleza de los colores, por más que imaginaron que lo formularon claramente y lo probaron en una teoría (segura), esto en modo alguno es cierto. Por el contrario, situaron sus hipótesis en la cumbre de su sistema de razonamiento según el cual los fenómenos pueden reducirse artificialmente y así lograron dejarnos con una peregrina teoría de insuficiente contenido. Goethe deplora que no se haya tenido suficientemente en cuenta la intervención del ojo. Su polémica contra Newton es a veces severa. Lo acusa de haberse visto forzado a �hacer enorme ruido alrededor de su artificio, a apilar experimento sobre experimento, ficción sobre ficción, para engañar cuando no es capaz de convencer�. Uno de los físicos teóricos más grandes de nuestro siglo honró la memoria de Goethe. Heisenberg admira enormemente la intuición del poeta, la manera en que las impresiones de un espíritu sensible se combinan casi por sí mismas para formar un orden científico; admira el modo en que la intuición, partiendo de la naturaleza directamente experimentada, desarrolla ciertos conceptos que constituyen la base de una concepción unitaria de la realidad. Heisenberg dice explícitamente que nada se gana pretendiendo establecer cuál de las dos teorías, la de Newton o la de Goethe, es en última instancia correcta. Sostiene que mientras que los microscopios y telescopios de hoy deben su existencia a la teoría matemática de Newton, muchos pintores han aprovechado los puntos de vista de Goethe. Y el autor no vacila en llamar a las dos teorías de los colores dos estratos (dominios) enteramente diferentes de la realidad. En uno de ellos los hechos y experiencia se desarrollan de acuerdo con firmes leyes, aun cuando los hechos parezcan accidentales. Heisenberg afirma que en el otro lo ocurre sólo se mide por su importancia humana y no se explica sino que se interpreta. Acepta la Tesis de que la realidad pueden dividirse en diferentes dominios, dos de los cuales son las esferas de análisis de Newton y de Goethe. En muchos lugares el hombre debe renunciar �al contacto vivo con la naturaleza� cuando avanza por la esfera de las ciencias naturales exactas. En definitiva se desprende de lo dicho hasta ahora, que existe una necesidad de conservar y afirmar estas realidades en la Arquitectura, la de Newton y la de Goethe, la física y la psicofísica. Llegados a este punto, conviene preguntarse si es posible o no que exista un conocimiento científico en arquitectura. Para resolver esta cuestión conviene aclarar el concepto de conocimiento. Se podría entender como cualquier representación de la realidad. Podemos avanzar algo más y postular una cierta hipótesis de trabajo en la que afirmamos que existe el mundo, que existe la realidad y por lo tanto existe la mente humana. Esa sería más o menos la hipótesis de René Descartes, si disponemos de una mente y del resto del mundo, podemos preguntarnos sobre el conocimiento. Entonces, si aceptamos como premisa básica que conocimiento es cualquier representación de la realidad, la primera limitación con que vamos a trabajar es que mientras que la realidad presumiblemente es infinita, el conocimiento es radicalmente finito, es decir, que cuando se hace una representación de la realidad, se trata de algo que normalmente empieza y acaba. Ahora, esta representación finita, ese conocimiento se puede elaborar de muchas maneras diferentes y eso es lo que diferencia un conocimiento de otro. Podemos entonces decir que el conocimiento científico es un tipo de conocimiento que respeta solamente tras principios que vamos a comentar. El primero es el llamado principio de la objetividad, que es un principio interesante que se da entre el sujeto y el objeto que se crea. El científico lo único que se impone es que el método de observación sea lo más independiente posible del mismo proceso que tendría que observar, por el contrario, el artista o el teólogo no tiene por qué imponerse ese principio, pero puede hacerlo para conseguir un cierto nivel de comunicación con su audiencia, y existen casos muy renombrados de esta actitud como el del músico húngaro Bartók o el de los pintores Dalí y Picasso en sus formas de tratar por ejemplo la perspectiva. De ahí que el primer hecho, el de introducir objetividad en el arte, no tiene en principio nada de negativo sino todo lo contrario, es un cierto plus que se añade. En el caso particular de la arquitectura, cuando se explican, por ejemplo, los edificios bajo el prisma de la objetividad, estamos ayudando a que se produzca conocimiento científico sobre ellos, con lo cual, las futuras generaciones que reutilicen ese edificio o que vengan a realizar otros similares podrán abordar auténticas mejoras de esa edificación, y, a su vez, esas mejoras no serán sólo del agrado de unos pocos sino de todos y cada uno de los que la habitaron. Voy un poco más lejos en este argumento y propongo que mientras no exista objetividad en el análisis de los edificios nos mantendremos siempre en un grado inferior de la arquitectura, puesto que a decir verdad, si no es así, todo se reduce a una interpretación fenomenológica de la realidad construida. Un artista puede ser objetivo si quiere, como hemos visto, aunque no es necesario y de hecho muchos artistas se empeñan en no serlo, se empeñan incluso en mantener al sujeto, que es el artista, dentro de la propia obra. En un cuadro de Durero casi siempre podemos ver al mismo autor en una esquina del cuadro, o en las Meninas o incluso en las películas de Alfred Hitchcock, o en casi toda la literatura porque el narrador suele estar dentro de la obra. Pero insistimos en que también puede haber artes y artistas objetivos. El segundo principio del conocimiento consiste en la inteligibilidad. En síntesis se admiten en ciencia tres tipos de inteligibilidad, tres grandes clases que a su vez se dividen en subclases. La primera, bastante en desuso, pero que todavía aparece de vez en cuando en el lenguaje científico es la causalidad, es decir, un científico dice que el conocimiento es inteligible si hay alguna causa que, en cualquiera de las clases de la causa, dé cuenta del objeto o el fenómeno que ese está intentando describir. El desprestigio de la causalidad estriba en que se trata del principio de inteligibilidad que emplean los científicos cuando no hay nada más, porque la causalidad no solamente no es única, sino que es profusa. Es decir, hay un gran número de causas que pueden atribuirse, de manera que la idea, la ilusión, de todo científico y quizá también de todo arquitecto que es poder predecir en el espacio o en el tiempo lo que va a ocurrir, no se ve muy favorecida desde este punto de vista puesto que no parece que se trate de una inteligibilidad de prestigio de la ciencia. Hay sin embargo otro gran grupo y éste si tiene mucho más prestigio desde el punto de vista de la ciencia, que es la inteligibilidad en el sentido de que el objeto, el fenómeno o la realidad que nosotros queremos ver de algún modo se puede comprimir. ¿Qué quiere decir esos? Que si estamos haciendo observaciones sobre un fenómeno determinado y si la mejor manera que tenemos de transmitir ese fenómeno es con el propio fenómeno entonces decimos que no hay teoría, que la propia observación no es reducible a ninguna cosa; y esto que podría parecer una crítica, en realidad, representa la idea de que cosas aparentemente distintas en verdad son una sola cosa, la idea de que algo largo se puede representar por un elemento mucho más corto es la ciencia por oficio, la ciencia de más valor. En definitiva, esa idea de poder reducir tanto, esa capacidad de compresión es lo que llamamos capacidad de comprensión, nuestro ambiguo y bello lenguaje nos permite decir algo como que se comprende lo que se comprime. Comprensión y compresión, se trata en el fondo de la misma idea. Dentro de este mismo concepto de la compresión está la clasificación. Lo que entendemos por clasificar también es lo mismo, también es una buena reducción, suponemos que vamos al médico y nos dicen: usted lo que tiene es una conjuntivitis. Bien, pues se trata de un reduccionismo porque se está reduciendo el fenómeno, clasificándolo con todos los que tienen la misma enfermedad, con la esperanza del médico y sobre todo del paciente de que todos los del mismo conjunto se van a curar con la misma medicina por lo tanto también es de un alto poder de predicción, también es una compresión. Dicho de otro modo, dadas varias formas de representar la realidad la más compacta es la verdadera, este es un buen criterio. Por último podemos hablar de una tercera fórmula de inteligibilidad que no es ni causalidad ni grado de compresión, se refiere a algo filosóficamente extraordinario, pero en ciencia podemos decir que se trata de la nueva inteligibilidad, es la inteligibilidad de los sistemas complejos y la que más nos afecta a los arquitectos, porque no creemos que, en el hecho de construir un edificio considerado como una forma de conocimiento, sea suficientemente importante, ni la causalidad que serían cosas triviales (tipo Peter Eisenman) como �me lo ha encargado un cliente�, o la inteligibilidad de tipo compresión, porque no tenemos una fórmula de la cual deducir una serie de edificios. Esta tercera forma de inteligibilidad es la que relaciona el objeto considerado como un todo en relación a las partes que el creador del conocimiento arbitrariamente elige. Tanto nos basamos en el todo para explicar las partes como empezamos con las partes para explicar el todo, es decir, en un caso sería el análisis y en otro caso sería la síntesis, esta es la inteligibilidad que ha venido casi dada de la mano por los ordenadores y las computadores: la relación que hay entre las partes y el todo o viceversa, esa manera de construir las cosas es una inteligibilidad que es del futuro de la física, la del futuro de la ciencia de la complejidad y creemos que es la inteligibilidad básica de los creadores del espacio arquitectónico. En primer lugar, ¿qué significa relacionar un todo con unas partes? Primero, la relación no es trivial por una razón: la suma de las partes rara vez es el todo y aquí quizá se debería añadir que una de las dificultades de la arquitectura geométrica del pasado, basada por ejemplo en la sección áurea es que no respetaba ese principio (es decir, que la suma de las partes siempre tenía que igualar al todo), debemos en cambio decir que el todo es la suma de las partes más la interacción que hay en esas partes. Esta nueva fórmula de inteligibilidad nos permite poder predecir con cada vez mayor exactitud y en el instante presente de tiempo cuáles son los sucesos catastróficos que pueden afectarnos y cuáles serán los benévolos que vendrán en nuestro auxilio. Por otro lado, y aunque no es cuestión de extenderse aquí, este poder de simulación nos llevaría a revisar el concepto de determinismo que parece que nosotros cobrar nueva actualidad y validez a la luz de esta nueva inteligibilidad. Como dijimos el universo es determinista aunque gris (no blanco o negro). La relación entre el todo y las partes ha llegado a producir conceptos modernos en ciencia como el de Holon (palabra que en griego significa todo y parte a la vez), que aparece en temas de fractales y otros aspectos de complejidad. Procede aquí introducir una primera definición de diseño científico, que sería la siguiente: entendemos por diseño científico el conjunto de métodos y sistemas de diseño que nos permiten conocer de forma inteligible el comportamiento futuro en todo o en parte del objeto a realizar. Un conocimiento científico además ha de respetar un tercer principio, que es el principio de innovación o si queremos de renovación; en definitiva aquello que nos hace decir que todo principio científico tiene algo de provisional, toda verdad científica ha de ser renovada continuamente en una dialéctica obsesiva con la naturaleza. Normalmente, de lo único que podemos estar seguros en ciencia es de cuando algo es falso. Si hay una incompatibilidad entre el modelo, el conocimiento y la realidad entonces de lo único que estamos seguros es de que la cosa no funciona, cuando funciona, por el contrario, debemos pensar que se trata de algo provisional, hasta que encontramos algo mejor. En ciencia, y me siento convencido de que los arquitectos tenemos un papel muy importante que jugar en la ciencia, aunque no lo hayamos hechos hasta ahora, no se suele tener o gala de presumir de verdades antiguas y sólo cuando el sistema es muy complejo como el psiquiatría o en arquitectura �ciencias en las que el objeto de conocimiento se hace casi tan complicado como el propio sujeto de conocimiento, estamos ante un límite muy profundo, donde está a punto de romperse el método que estamos comentando y aparecen muchos problemas de objetividad, de inteligibilidad y de contraste con la realidad. Albert Einstein proponía, hablando de este extremo que, en la medida en que las leyes de la matemática tienen que ver con la realidad, dejan de ser ciertas. Y si son ciertas, no tienen que ver con la realidad. Nos encontramos ante una situación muy importante, la ciencia sólo sirve para resolver cosas muy sencillas, muy inteligibles y muy contrastables con la realidad. Bien, eso hace que a medida que el sistema se vuelve más complicado, entonces entran en crisis tanto el principio de objetividad como el de inteligibilidad y también el de contraste con la realidad. Por ello, el ser humano, que no el científico, tiene que encontrar otra vía de salida. Esa vía de salida es por ejemplo, el arte, efectivamente. Si no podemos ser objetivos, pues no lo seremos, si no podemos hacernos inteligibles, no somos inteligibles, y si no podemos contrastar con la realidad pues rehuyamos el contraste. ¿Funciona? Pues puede funcionar. Bien, llamaríamos entonces arte a la forma de conocer basada en un solo principio y es la forma de transmitir complejidades ininteligibles con una operación finita que puede ser una partitura, un cuadro, un espacio, etc� Entonces esto para empezar puede parecer una buena definición de arte, en principio se destaca en ella que el arte no es universal como la ciencia, si tomamos la objetividad, ¿porqué se exige? Se exige para que todos los científicos se puedan poner de acuerdo sobre una misma cosa. El arte es fundamentalmente un acto entre dos, el que haya hecho la obra de arte y el que la haya recibido y cuantas más parejas de dos haya, más universal será la obra de arte en particular y también más holística. Pero, con que exista uno que declara que ha recibido esa complejidad será suficiente, fijémonos que jamás se podrá comprobar si lo que se recibe es lo mismo que lo que se envía, porque la única forma está en la obra pero esa es la hipótesis de trabajo del arte. La segunda cosa importante que se debe comentar es que la propia ciencia acaba de romper sus límites y ya intenta aplicar el método científico para estudiar precisamente sistemas complejos. La arquitectura quizá puede tener alguna parte más sencilla, que es por ejemplo la física de resistencia de un material, aspecto bastante resoluble desde el punto de vista científico. Pero también hay una parte mucho más complicada que es el hecho de que en el interior deben habitar personas y por tanto está la mente humana involucrada y algo muy complejo y psicofísico como es un espacio interior en el cual se deben realizar ciertas funciones. Por todo eso muchas veces los arquitectos y los psicólogos gustamos de restaurar verdades antiguas, de los maestros y de los precursores, para cargarnos de fuerza ante el desafío de este límite. No obstante, la valentía, del comportamiento científico estriba en investigar en qué sentido puede renovarse la realidad. Aquí podríamos también incidir en que cuando ese objeto de conocimiento es tan complejo �como es el caso de la arquitectura- podremos recurrir a un lenguaje de patrones ya comprobados como decía Alexander, para resolver nuestros problemas; ese uso del repertorio que para muchos podría tener algo de manierista, no es sin embargo negativo o deleznable puesto que en el lenguaje de patrones o hasta de tipos radica una propuesta �más heurística que epistemológica- que ha presidido el razonar de muchos arquitectos en todos las épocas (ej. Carlo Scarpa comentado por Sergio Los). No es que existan dudas sobre que el estudio de los precedentes enriquece el acervo de imágenes de la propia mente. Los precedentes históricos, los precedentes de proyectos similares realizados por otros arquitectos, junto con imágenes mentales de prototipos, de ambientes o edificios que pueden haberse observado a través de viajes, etc., representan un aspecto indudable de reflexión dentro de la psicología de cada creador. Más aún, en general se apoya la idea de estudio e investigación de precedentes históricos y aplicables en función del objeto de diseño que se está desarrollando; lo que quiere decirse, entonces, es que ese proceso, demanda una clara superación de la actual situación de historicismo. Para alcanzar estos objetivos es preciso seguir un proceder holístico. Un proceder en el que se tengan en cuentan todos y cada uno de los posibles requerimientos que afectan al proceso arquitectónico y en especial todos aquellos producidos o deseados por el usuario. Vamos un poco más lejos en este argumento para proponer que mientras no exista objetividad holística en el análisis y producción de los edificios nos mantendremos siempre en un grado menor-protohistórico- de la Arquitectura. El aprovechamiento de tecnologías de vanguardia en la Arquitectura, puede producir rechazo si los elementos a optimizar se reducen a los meramente objetivables o económicos sin ninguna vocación humanística. Es necesario pues, introducir factores de naturaleza cultural y psicológica en el proceso de diseño, así como un cierto grado de �localidad� en las creaciones. Otro factor de importancia sería el ajuste de parámetros psicofísicos, o estudio de sensibilidad, ya que es en este dominio donde una definición formal precisa puede estar más justificada y se podría superar así la creencia común de que existe una marcada uniformidad entre los comportamientos físicos de diferentes morfologías arquitectónicas. Psicofísica y modelos de simulación son por tanto los ejes fundamentales de esta Tesis Doctoral y a ellos se destina también una importante carga de formulación teórica, desarrollándose, por ejemplo, el nuevo método de factores de configuración a fin de estudiar el comportamiento de la radiación lumínica y térmica en arquitecturas tales como las iglesias del barroco y en concreto la de San Luis de los Franceses de Sevilla atribuida a Leonardo de Figueroa y la Iglesia de Sant�Ivo alla Sapienza en Roma de Borromini. Como en tantas otras ocasiones en la Arquitectura y en la Historia, para salir del laberinto es preciso antes resolver un enigma. En este sentido, el problema de la simulación se había constituido en el gran enigma que limitaba con su sola presencia todos los desarrollos futuros de diseño ambiental. Para superar esta situación, la arquitectura necesita del poder de la ciencia como uno de sus principales aliados. Es este un momento emocionante de la historia, como lo fue aquél en el que la química se desligó de la alquimia, hoy consideramos válidas algunas de las ideas de los alquimistas, pero la arquitectura aún no ha empezado a recorrer ese camino y ya desdeña la ciencia. Y, sin embargo, hoy la ciencia nos da nuestra cultura. Se propone en cambio comenzar a recorrer el difícil tránsito de magia a ciencia.
Idioma: spa