Descripción: |
El presente trabajo ha escogido la forma de una tesis. Para adentrarnos en el
tema, hemos realizado un análisis del momento vivido, donde el acelerado desarrollo
técnico ha traído un incipiente dominio de lo informacional, cuya materia prima es el
conocimiento.
Este insumo es el objeto de estudio de muchas ciencias; nos hemos centrado en
la Educación y en la Comunicación. Su relación es indiscutible, sin embargo, solo
desde los últimos años se ha reflexionado sobre su imbricación, esto claro, a la
sombra de la visión pos-estructuralista, donde se valida la multidisciplinariedad.
En ambas es evidente el manejo del mundo simbólico: los signos, los códigos,
los lenguajes; ellas actualizan las convenciones sociales, conocimientos; en sí, el discurso social. Sin embargo, la comunicación es la que tiene más peso, porque la Educación la emplea para su proceso. Lo que no debemos olvidar es que la
comunicación plasma la cultura, la ideología y el poder, propios de un grupo que está
con la batuta en la mano en un tiempo-espacio. Por tal razón, podemos aseverar que
ese mundo simbólico es intencional, ya que serlo es la característica de todo producto
social; entonces, tanto la comunicación como la educación están acordes con lo que se
considera como verdad única, defendida para mantener el status quo. ¿Pero, cuál es la
focalización que divide el mundo en dos y hace que una de esas partes de la dicotomía
domine, cree la historia “oficial” –la única voz escuchada –?
Bajo la visión post-estructuralista, en especial, dentro de la corriente de la
desconstrucción, el presupuesto de la única verdad, del conocimiento como accesible,
la certeza en los prosupuestos invariables de las ciencias, la desvalorización de la
intuición e interpretación, la anulación de las otras posibilidades, la limitación en
estructuras básicas, fueron refutadas a tal punto de ponderar las múltiples lecturas que
pueden darse de un mismo hecho, ya que ninguno es asible ni inmutable ni puede ser
alejado del contexto, de los productores-escuchas, de la situación y el entorno.
Esta misma preocupación, en los últimos años y en el campo curricular, ha
generado lo que son los estudios culturales, las teorías críticas y pos-críticas, que
validan los presupuestos de pensadores como Jacques Derrida, Michel Foucault, cuyas
vertientes están en la filosofía y la literatura; ellos discuten, principalmente, sobre la unicidad y el logocentrismo, con miras multidisciplinarias.
Habiendo resaltado la relación entre Educación, comunicación y su
manifestación discursiva –el currículo– es dable centrarnos en los productos de estos
procesos: el currículo oficial o Programa, el desarrollo de un enunciado para una clase
y su enunciación, los textos didácticos y demás, los diversos productos comunicativos
(ej. En los medios de información, la publicidad, las películas, las canciones, los
vídeos musicales, etc.). Todos ellos tienen en común la utilización semiótica, por ser
productos sociales y pragmáticos (lenguajes). Entonces, exigen un intercambio de
información, contextualizada que busca incidir en la conducta, porque reiteran lo
conocido. Eso se renueva y consolida para crear el conocimiento que hace de una
persona apta dentro del entorno.
Así es como surge la interrogante que guiará nuestra tesis.
¿Son las canciones reproductoras del discurso de la violencia de género y por
lo tanto actúan como parte de un currículo no oficial para los jóvenes quienes lo
aceptan como natural, puesto que refracta el currículo social latente?
En nuestra investigación, esta ha sido la interrogante. Entonces es dable
considerar como tentativa de explicación (hipótesis) que la razón por la que las
canciones reproducen relatos que validan la violencia de género, es porque son
coherentes con el currículo social vigente. Entonces, una forma de lucha sería la
práctica de talleres que den a las personas herramientas de pensamiento para evaluar
los productos sociales como imágenes, canciones, publicidad, etc., de lo contrario, el cambio de conducta replicaría los esquemas existentes perjudicando a los seres humanos; muestra de ello es la violencia doméstica, un anti-valor muy común en nuestras sociedades occidentales y visto como natural debido a su constante
actualización. Si el futuro exige cambios, deben darse en las conductas de las
personas, que son quieres manejan las instituciones. Así éstas a su vez renovarían la opinión pública. |