Título: Propuesta pedagógica de articulación de metodologías para el trabajo político-formativo en el Centro de información y comunicación juvenil del programa muchacho trabajador del Banco Central del Ecuador - Sucursal Cuenca
Autores: León Machuca, Walter Fabián
Fecha: 2010-05-11
2010-05-11
2009-09
Publicador: Universidad Politécnica Salesiana
Fuente:
Tipo: Thesis
Tema: Programa Muchacho Trabajador
Banco Central del Ecuador
Descripción: “Los procesos sociales son dinámicos y complejos, están construidos por un conjunto de factores: contextos, intenciones, acciones, interpretaciones, relaciones; son procesos vitales en las que participan actores que intencionadamente actúan para transformar un contexto determinado”. Estas acciones intencionadas dan como resultado una ingeniería que regula el convivir de los seres humanos en y con su entorno. Naturalmente, dadas las características propias de la especia humana -espiritual, cultural y social-, de sus ámbitos de acción y necesidades vitales, estos procesos requieren de un canon, de un pacto o contrato social del que en los siglos XVII y XVIII hablaban Hobbes y Rousseau, que se establece sobre sistemas de reproducción de estándares y armonización entre los seres humanos, claro está, esto sin definir un estatus único ni la inmodificabilidad de los preceptos ya establecidos. En esta perspectiva y evidenciando que se requiere de un ordenamiento propicio y de condiciones adecuadas para la convivencia misma, la educación es uno de los principales sistemas de sostenimiento del contrato social, porque trasmite elementos conceptuales, practicas y orientaciones del entendimiento del mundo, de sus relaciones y sus éticas. La educación es en sí, un trasmisor cultural, el termostato de cambio o de transformación del todo social, porque atiende a la formación de las siguientes generaciones encargadas de evolucionarlo, resolviendo sus conflictos actuales. Al hablar de que actores actúan intencionadamente, se denota que existe una racionalidad que busca que se cumplan objetivos definidos por un camino seleccionado ideológicamente, lo que Weber consideraría como posiciones eminentemente políticas porque en un determinado contexto inciden sobre el pacto social, específicamente, sobre las correlaciones de poder que lo sostiene. “Entonces política significaría pues, para nosotros, la aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre los distintos Estados o, dentro de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen”. Por lo tanto, si los sistemas que sostienen la convivencia y prevalencia de la especia humana se reproducen por acciones intencionadas que a su vez norman la retroalimentación hacia las siguientes generaciones, decimos que la educación, en efecto, es un acto político porque por su medio se regulan preceptos, conceptos, verdades y mentiras del ser, del deber ser y del quehacer de la sociedad. Es imposible entonces hablar de una educación con puritanismos técnicos que avalen únicamente el conocimiento producido en cajas de experimentación castradas de la necesaria conexión e interpretación social. Se propone, por tanto, que en el análisis de la presente tesis se preste atención a los tamices con los que es mostrada, desde las propuestas pedagógicas del cognitivismo sociocultural planteado por Vigostky en el siglo pasado y su reestudio con teóricos como Gramsci, Edwards, Mercer, Prieto, Habermars y sobre todo con Freire –Pedagogía del Oprimido- y Reuven Feuerstein -Teoría de la Modificabilidad Estructural Cognitiva-. Desde la experiencia de trabajo con y desde los-as niños-as y jóvenes en condiciones de marginalidad, se atisba la necesidad de acentuar, dentro de la propuesta formativa pedagógica institucional, contenidos de trascendencia política, de lectura crítica de la realidad, de marcos constitucionales y de derechos humanos que posibiliten una transformación real de su situación mediante el ejercicio pleno de esos derechos y la posibilidad real de hacerlos exigibles. “El hombre es hombre y el mundo es mundo. En la medida en que ambos se encuentran en una relación permanente, el hombre transformando al mundo sufre los efectos de su propia transformación”. La política, recetada semánticamente en muchos espacios educativos como demoniaca y candidata a ser desterrada de los cánones familiares, escolares y públicos en general; es imprescindible para explicar cualquier hecho global, local, comunitario o individual, que a su vez sostiene el desarrollo del pensamiento de los seres humanos, porque al comprender el entorno, se conciben e interpretan como actores y sujetos sociales en permanente transformación, dignificándose y humanizándose nuevamente dentro de una relación dialéctica con sus pares y con su ambiente ahora entendido. “Los vientos que soplan en el mundo nos colocan frente a una mutación mal global. No un simple cambio de signo político o de periodo histórico, sino un cambio de época y de civilización que nos plantea una nueva manera de ver el mundo que exige a todos los habitantes del planeta abandonar las certidumbres para interpretar el quehacer humano. Se trata de buscar otra construcción interpretativa que permita plantear el nuevo acuerdo del mundo en el que vivimos. Esta época nos exige nuevos programas y nuevos instrumentos de intervención en los que la certeza no puede ser la mejor compañera para nadie que aspire llegar al año 2000 tratando de hacer, sentir y decir cosas con sentido”. La educación no es exclusivo usufructo de profesores y estudiantes, no se da únicamente en el dialogo –muchas veces jerarquizado- entre ellos o sus pares en los reductos amurallados de las instituciones formales. La educación debe responder a las necesidades que se manifiestan en carencias o malestares generalizados, debe promover respuestas efectivas a todas estas circunstancias. Además, hay que trascender del maniqueo pedagógico, metodológico y didáctico que deriva en absolutismos que pauperizan la calidad de vida; son pedagogías que se acomodan al vaivén de los ritmos mundiales y que no proponen un cuestionamiento directo al status quo hegemónico. Es substancial entonces situar al actor social, conocer sus dinámicas y problemáticas para poder delinear estrategias educativas que verdaderamente incidan en su conducta y conocimiento de sí mismos y de su entorno. “Al ser joven históricamente se le atribuyen un cumulo de características y roles de una etapa en transición, el concepto está en permanente transformación, sin embargo, esta es la etapa en la que se presenta un progresivo aumento de la participación en ámbitos laborales, conformación de hogares propios y un decrecimiento en la participación de formación educativa formal”. De esta manera demostramos la profunda y urgente necesidad de consolidar individuos jóvenes ciudadanizados, entendedores del quehacer social y activadores de esa transformación profunda y radical; de lo contrario, corren en riesgo de reproducir el ciclo de la “pobreza” que ya es alarmante en el país. (Anexo 4.5.1: Cuadros estadísticos sobre la pobreza en la población joven del Ecuador) “A partir de la aprobación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño por la Asamblea de Naciones Unidas y su ratificación por el Estado ecuatoriano, en 1990, el PMT redefine su misión institucional y asume el compromiso de promover el respeto y la garantía de los derechos y la formación y participación ciudadana de niños, niñas y jóvenes en condiciones de marginalidad con quienes desarrolla un proceso formativo, con énfasis en derechos y valores en 78 comunidades de 14 ciudades del país, e impulsa acciones de movilización y concertación social para sensibilizar y comprometer a la sociedad en la defensa, exigibilidad y cumplimiento de los derechos de la niñez y la juventud”. El PMT desde hace 26 años, tiene una misión acorde a los propósitos de la propuesta de tesis, de tal manera, es el espacio idóneo para promover la articulación metodológica de trabajo político-formativo, porque coincide inclusive con la propia Constitución ecuatoriana, que en su artículo 27 dice: “La educación se centrará en el ser humano y deberá garantizar su desarrollo holístico, el respeto a los derechos humanos, a un medio ambiente sustentable y a la democracia; será laica, democrática, participativa, de calidad y calidez; obligatoria, intercultural, incluyente y diversa;, impulsará la equidad de género, la justicia, la solidaridad y la paz; es indispensable para el conocimiento, el ejercicio de los derechos, la construcción de un país soberano y es un eje estratégico para el desarrollo nacional”. De ahí, que para encontrar una propuesta de trabajo formativo-político con jóvenes en del Centro de Información y Comunicación Juvenil, se presentan teorías enmarcadas al estudio del paradigma Constructivista Sociocultural de Lev Vigotsky y de la Teoría de la Modificabilidad Estructural Cognitiva –TMEC- de Reuven Feuerstein, las que se centran en el sujeto para su estudio dinámico, desde la acción al pensamiento, donde el papel del lenguaje -la comunicación en su conjunto-, las nuevas interrelaciones entre actores educativos y el desarrollo del pensamiento son sustentos clave para lograr la proximidad a la autonomía del sujeto. “Uno de los aportes más significativos de Vygotsky lo constituye la relación que establece entre lenguaje y pensamiento. Señala que en el desarrollo ontogenético, ambos provienen de distintas raíces genéticas […] sin embargo, en un momento estas dos se encuentran y el pensamiento se torna verbal y el lenguaje racional”. En este dialogo –metafórico- de teorías y practicas educativas, la Educación Popular de Paulo Freire es un gran complemento para la propuesta de Feuerstein porque se generan basados en elementos de asociacionismo y comunidad, fundamentándolos como constructores de conocimientos, como catalizadores culturales y generadores de transformaciones; de esta forma se alimenta el proceso educativo emancipador, justamente, con la adjetivación del pensamiento volviéndolo pensamiento crítico. Si bien es cierto los educadores-as -profesores-as, padres-madres de familia o tutores- tienen la misión del acompañamiento en la transformación del sujeto, difícilmente alguno de ellos asume su rol político dentro de una línea pedagógica emancipadora, sea porque su propia formación se encuentra alineada a la “Educación Bancaria” o porque no se cuenta con elementos de juicio suficientes como para cuestionar sus posturas en relación al mundo, en su interpretación de mundo. Lo que se busca en términos específicos al finalizar la presente tesis es poder generar una iniciativa formativa, un espacio formativo complementario para jóvenes en condiciones de marginalidad quienes, a través de una metodología integral no opresora, con recursos didácticos asequibles y con un sustento teórico-analítico solvente, potencien sus capacidades cognitivas, desarrollen sus destrezas comunicacionales-organizativas y puedan, como sujetos conocedores de sus derechos y responsabilidades, ejercer plenamente su ciudadanía interesándose por lo público, apropiándose de la cosa pública y exigiendo, participativamente, ante aparatos institucionales y comunitarios, que se cumplan de manera efectiva los supuestos contemplados en marcos legales y constitucionales, incidiendo activamente en la transformación de su propio entorno sociocultural. A esa acción se la ha denominado trabajo político-formativo porque es, parafraseando a Weber, influir en el poder para recomponer el tejido social desde su mismo génesis, la educación. “Nadie se libera solo, nadie libera a nadie, todos nos liberamos en comunidad” , así que, por mas contenidos y formas de enseñanza innovadoras existan desde las teorías psicológicas tradicionales en nuestro medio, ninguna estará completa si no se interlocuta con el contexto presente en el espacio formativo. Y tampoco existirá esta libertad o emancipación sin que, cognitivamente, no se cuenta con funciones mentales potenciadas para percibir esas situaciones, para entenderlas y encontrar formas para modificarlas. Esa es una tarea ética, multilateral, horizontal y reciproca.
Idioma: Español

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